Los adolescentes británicos tienen la peor salud sexual de Europa
Un estudio científico alerta del aumento de enfermedades venéreas
Los adolescentes británicos, que suman la mayor tasa europea de embarazos y abortos, tienen también peor salud sexual que sus contemporáneos. Según un estudio recién publicado en el British Medical Journal, la incidencia de enfermedades venéreas como la gonorrea ha aumentado en un 34% entre las jóvenes de 16 a 19 años en el último año, y en un 30% en los varones de la misma edad.
El Ministerio de Sanidad británico ha empezado a animar a los jóvenes a que acudan al médico para evitar daños irreversibles, teniendo en cuenta que las inflamaciones pélvicas, el cáncer cervical y la esterilidad son algunos de los peligros asociados a este tipo de infecciones.En 1998, unas 4.700 menores británicas (entre 13 y 16 años) se quedaron embarazadas, más que en ningún otro país de Europa occidental. Según los últimos datos oficiales disponibles, un tercio de los adolescentes de ambos sexos mantiene relaciones sexuales antes de los 16 años. "Es una pena que no sepan el tremendo riesgo que corren. Las enfermedades de transmisión sexual pueden comprometer la fertilidad de unos jóvenes que, indudablemente, ignoran las consecuencias médicas y personales de lo que hacen", ha dicho Tessa Jowell, secretaria de Estado de Sanidad, al conocer los resultados del trabajo. Su ministerio estudia ahora la posibilidad de promover una campaña nacional de revisiones médicas, similar a la emprendida ya en Australia, destinada a descubrir a tiempo las infecciones.
Una de las más frecuentes es la denominada enfermedad de Nicolas y Favre, asociada a una bacteria del género de la clamydia. Propagada por contacto venéreo, produce unas ulceraciones de los órganos genitales llamadas chancros y puede llegar a afectar la zona anorectal. La sanidad británica teme que se convierta en una epidemia.
Peligro de esterilidad
Tessa Jowell se ha inclinado por el modelo australiano porque las advertencias sanitarias han logrado erradicar allí prácticamente la misma infección. "No podemos copiar sin más la experiencia de otro país. Sin embargo, hay que avisar lo antes posible a las adolescentes de que una clamydia mal curada puede impedirles tener un hijo en el futuro. La esterilidad es uno de los peligros de esta dolencia y nadie parece saberlo", ha señalado.
El aspecto profiláctico de estos planes no acortará, de todos modos, distancias entre el propio Gobierno y la oposición conservadora, que están enfrentados por la forma en que debe educarse sexualmente a los menores británicos. El último proyecto laborista, que facultará a las enfermeras a cargo de las revisiones médicas escolares para que remitan a las alumnas al médico cuando soliciten anticonceptivos, ha sido criticado con ardor por los tories. Según el ministerio de Sanidad, el acceso a los anticonceptivos por parte de muchachas que mantienen relaciones pero desconocen al mismo tiempo los conceptos más elementales de su propia sexualidad reducirá la tasa de embarazos. La oposición cree que el gesto podría ser interpretado como una invitación a practicar el sexo.
Las cifras antes mencionadas, a las que se añade el hecho de que un 42% de los británicos de 15 y 16 años haya probado ya las drogas, aparecen justo cuando David Blunkett, titular de Educación, ha decidido añadir la asignatura de Civismo al programa estatal de estudios secundarios. Presentada como un intento de inculcar a los alumnos "la mejor forma de orgullo nacional", el ministro reconoce que las escuelas públicas no consiguen atraer a una minoría cada vez más abultada de menores "que acaba abandonando las aulas". También los "desencantados", como se les conoce en círculos gubernamentales, apenas han cumplido los 16 años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.