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El Banco Mundial propone encarecer el tabaco para reducir su consumo

Aumentar el precio de los cigarrillos en un 10% en todo el mundo salvaría la vida de 10 millones de actuales fumadores y ayudaría a reducir la demanda de tabaco sin por ello provocar pérdidas de trabajo en la industria tabaquera o daños a las economías nacionales, según un informe del Banco Mundial dado a conocer ayer en Ginebra, donde se está celebrando la 52ª Asamblea Mundial de la Salud, con representantes de 191 países.Aunque la subida de precios aparece como la medida preferible, el Banco Mundial apoya en su informe todas las acciones que los Gobiernos pueden tomar para reducir la demanda de tabaco, tales como prohibir su publicidad, educar a los consumidores sobre los riesgos derivados de fumar y facilitar a los fumadores el acceso a productos sustitutivos como los parches y los chicles de nicotina.

Sin embargo, el organismo internacional desaconseja por completo la opción de prohibir la producción de tabaco, una medida que, según señala el informe, "carecería de garantías económicas, resultaría poco realista y estaría probablemente condenada al fracaso".

Pero una caída en la demanda de tabaco "no implica un descenso del nivel de empleo de un país", según el Banco Mundial. El dinero que ahora se gasta en cigarrillos pasaría a gastarse en otros bienes y servicios, lo que crearía empleo en esas otras industrias y compensaría las pérdidas de puestos de trabajo en las empresas tabaqueras.

La excepción son los países del África subsahariana, muchas de cuyas economías son fuertemente dependientes del tabaco. En estos casos, el Banco Mundial recomienda políticas de ayuda económica internacional.

Muestras de viruela

Otro punto que se está tratando en la asamblea de Ginebra es el destino de las últimas muestras que se preservan en el mundo del virus de la viruela, enfermedad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera erradicada desde 1980. La asamblea de la OMS debe decidir la semana que viene si confirma o no su recomendación, formulada en 1996, de destruir el 30 de junio próximo esas muestras del virus, confinadas ahora en laboratorios de alta seguridad situados en Rusia y en Estados Unidos.

Pero Washington, siguiendo las recomendaciones de sus asesores científicos, se opone a la destrucción de los virus. La secretaria de Sanidad estadounidense, Donna Shalala, apoyó ayer en Ginebra aplazar la destrucción. Su principal argumento es que pueden quedar muestras ocultas del virus que pueden ser utilizadas por grupos terroristas.

"Desgraciadamente", dijo Shalala, "no podemos estar seguros al 100% de que las muestras declaradas en Rusia y EE UU sean las únicas que quedan en el mundo". Si un gran brote reaparece, los virus intactos serán necesarios para preparar nuevas vacunas y fármacos.

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