Un equipo en fase de pánico
Cualquier equipo que tenga a Salas, Iván de la Peña, Boksic y Nedved en el banquillo, es una potencia del fútbol mundial. Y también que se encuentra dirigido por un entrenador aterrorizado, estado por el que pasa Sven Goran Eriksson. Cada uno de sus pasos en el final de esta temporada ha sido en la dirección del miedo. Le puede el temor ante la exigencia de la victoria en la Recopa y principalmente en la Liga italiana. El Lazio ha entrado en una fase de angustia que le puede resultar nefasta.Durante las últimas semanas, Eriksson ha enviado señales cada vez más preocupantes. Lejos de mantener a los jugadores que llevaron al Lazio a la cabeza del campeonato, el técnico sueco se ha dejado invadir por el pánico, problema que ha derivado en la eliminación de Salas del equipo, en el traslado de Mancini del medio campo a la delantera, en la sustitución de Nedved por el veteranísimo Lombardo y en la designación de un medio defensivo, Okon, para acompañar a otro medio defensivo: Almeyda. El resultado ha sido devastador para el funcionamiento de un equipo que había pasado por la Liga como un avión.
En su estado actual, el Lazio ha terminado por tirar ollazos al área y confiar en la capacidad de remate de Vieri. Ollazos tiran todos. Desde un lado Sergio Conceicao y Negro; desde el otro Pancaro y Lombardo. Qué calamidad. Sin embargo, las posibilidades del Lazio son inmensas. A poco que se espabile, Eriksson puede formar un equipo demoledor, con jugadores como el fenomenal Nesta, Almeyda, Mancini, Nedved, Sergio Conceicao, Salas, Iván de la Peña y Vieri. Si a ellos se une Mijailovic y su habilidad para explotar los tiros de falta, más la contribución del industrioso Stankovic, se podría pensar en el Lazio como la próxima gran potencia del fútbol mundial. Por ahora no lo es, quizá porque Eriksson está siendo víctima de un síndrome tan viejo como el fútbol y muy habitual en los entrenador de segunda fila: el miedo al éxito.
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