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La sanidad británica, abrumada por las demandas de negligencia

Los afectados piden 4.900 millones de euros

Isabel Ferrer

Las demandas por negligencia médica, que han aumentado un 13% durante la última década en el Reino Unido, pueden llegar a costarle a la sanidad pública cerca de 4.900 millones de euros. De no frenarse a tiempo, dicha cifra acabará comprometiendo el servicio mismo, según el Tribunal de Cuentas, responsable de los cálculos."Atravesamos una auténtica crisis de confianza entre la profesión médica y los pacientes", dijo ayer inquieto Gerard Panting, miembro de la Sociedad para la Protección de los Médicos, una de las mayores mutuas aseguradoras del Reino Unido. Las quejas de los pacientes no excluyen ya a nadie y, en algunos casos, han destruido la reputación de centros enteros.

Uno de los sucesos más sonados, protagonizado por dos cardiólogos apartados de la profesión tras la muerte de 29 niños mal operados del corazón, ha pasado a los anales médicos como "el error del Hospital General de Bristol". La investigación oficial efectuada en estos momentos sobre los hechos, denunciados en 1995, recibió precisamente ayer nuevos datos acerca de otras 44 muertes sospechosas. Todos los fallecidos eran menores y, según sus padres, las circunstancias de los óbitos habrían sido encubiertas. Las equivocaciones de los laboratorios estatales a la hora de interpretar las citologías femeninas, han acaparado también los titulares de la prensa en los últimos meses. La falta de personal especializado se ha traducido en errores mortales en una decena de ocasiones. Las supervivientes, sometidas a drásticas operaciones, han obtenido de los tribunales una compensación económica.

Pero tal vez los errores más temibles para la sanidad pública sean los cometidos con recién nacidos. Una de las sentencias más recientes acaba de conceder 5,8 millones de euros a un niño minusválido de 11 años. Privado de oxígeno al nacer por culpa de un error, el muchacho no puede valerse por sí mismo pero mantiene intacta su inteligencia. "Los pacientes tienen cada vez más claros sus derechos y se atreven a pedirle cuentas a los hospitales", según la abogada londinense Alison Brooks, especializada en este terreno. El gobierno laborista de Tony Blair, que ha incluido la Sanidad y la Educación entre sus prioridades políticas, tendrá que batallar mucho para recuperar la confianza popular en unos servicios sanitarios "indignos del sexto país más rico del mundo", en opinión de las aseguradoras del sector.

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