El Betis exhibe su pequeñez

A lo mejor las palizas que le vienen propinando al Betis en su casa recientemente sirven para que la temporada que viene sea diferente. Puede que los repasos le sirvan a los verdiblancos para aprender el concepto de equipo de unos, la paciencia de otros, la efectividad de los más, la brillantez de unos pocos... Pero eso es sólo un suponer; por el momento, lo que sucede en el Benito Villamarín es que cada forastero que viene (salvo excepciones como el Villarreal o el Oviedo) sale con el birrete de doctor puesto. Cada uno con lo suyo, pero suficiente como para vencer (y muchas veces golear) al equipo que más dinero se ha gastado en fichajes de todo el mundo este año: el Betis.El partido de ayer comenzó con los verdiblancos encorajinados por el orgullo que les quedaba de su victoria a domicilio frente al Atlético de Madrid. El Deportivo aguantó el tipo y se palpó la ropa. Un par de internadas por la banda derecha les sirvieron a los gallegos para darse cuenta de que todo era cuestión de paciencia. Cuando las hormonas del Betis empezaron a flaquear, se desnudaron de golpe las carencias tácticas del equipo. Clemente parece plantear los partidos de antemano, sin dejar que un resultado le estropee sus estrategias. Benjamín demostró desde el minuto 1 que su contribución a la defensa en la banda derecha era nula o incluso perniciosa. Si Fran no se hubiera quedado fuera por lesión, aquello podía haber sido un escándalo. Hadji tendía a irse hacia el centro, con lo que desperdició la ocasión de haber realizado centros de todos los colores.

En el otro lado, Ziani y Manuel Pablo dieron una lección de apoyos al tapar a Denilson. Romero pegó la típica patada tempranera a Finidi, que en ese mismo instante decidió que el de ayer no era su partido. En el centro del campo Flavio jugó un partidazo (que cuajó por primera vez en una galopada que acabó en gol de Pauleta) debidamente acompañado por Mauro Silva. El gran partido del brasileño, por contraste, dejó en vergonzosa evidencia al doble pivote formado por Merino e Ito. El primero tenía que cubrir las alegrías defensivas de Benjamín y el segundo simplemente no pudo hacer más. Pero Clemente, a lo suyo. La defensa mal, el centro del campo fatal y Fernando en la media punta, demostrando que le falta instinto o calidad para aprovechar su fuerza de cara a puerta. Ni un cambio táctico. Hay más prisa por que se acabe la temporada (Clemente mismo lo ha dicho en varias ocasiones) que por dignificar al equipo de cara a los aficionados, que empiezan a cantar olés hasta perdiendo por tres goles. Vamos, una chufla general. Flavio redondeó la primera parte con un golazo tras robarle un balón (algunos centrocampistas crean y presionan) a Ureña.

La segunda parte comenzó con el cambio de Oli por Gálvez y con el tercer gol del Deportivo que, con Flavio de nuevo como protagonista, finiquitó el partido. Lo peor que le pasa a éste Betis es que cualquier equipo le gana haciendo muy poquito. El Deportivo jugó de manera correcta aprovechando la solidez atrás, la solidaridad de los centrocampistas en la defensa y, también conviene decir, perdonando las penetraciones por su banda izquierda, que podía haber propiciado un escándalo. Clemente entonces, con tres puñaladas en el marcador en contra, metió en el campo a Alexis (curiosamente le dejó su puesto Ureña, que un minuto antes había parado con el brazo el que debía haber sido el cuarto gol del Deportivo, precisamente a chut de Flavio) y entró Alfonso, de modo testimonial.

El Deportivo en su lucha por entrar en la Liga de Campeones (como ya lo había hecho antes el Mallorca) demostró que hay una gran diferencia entre unos equipos y otros en esta competición. El Betis reivindica en cada partido que, hoy por hoy, es un equipo menor. Se perdió la naturaleza romántica y generosa a base de millones y promesas de gloria. Ahora, no queda sitio para alegrar al aficionado, tan sólo se pide que acabe el tormento.