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DIMISIÓN DE JOSÉ BORRELL

Piqué asegura que no se siente "implicado ni aludido" por la renuncia del ex candidato

Luis R. Aizpeolea

El ministro de Industria y portavoz del Gobierno, Josep Piqué, aseguró ayer que no se sentía concernido por la renuncia de José Borrell tras el escándalo que ha afectado al entorno del ex candidato socialista a la presidencia. "No me considero implicado ni aludido", respondió Piqué cuando se le preguntó si los argumentos éticos que Borrell ha alegado para dimitir no le afectaban también a él. El ex candidato socialista, en clara alusión a Piqué, señaló en la explicación de su renuncia que el cumplimiento de la legalidad no es suficiente para continuar en un cargo público cuando se cuestiona la ética.

La renuncia de Borrell cogió por sorpresa a la Presidencia del Gobierno. En La Moncloa no se esperaba que renunciara antes de las elecciones municipales del 13 de junio y existían serias dudas, incluso, de que lo fuera a hacer en un momento posterior. Lo vinculaban, en todo caso, a una evolución del escándalo de sus ex colaboradores en la Secretaría de Estado de Hacienda.El abandono de Borrell retrasó la comparecencia del portavoz del Gobierno, tras el Consejo de Ministros de ayer. La Secretaría de Estado de Comunicación anunció que se celebraría a las 13.30, pero se atrasó hasta pasadas las 14 horas, una vez que Borrell confirmase, en su intervención televisada, el rumor de su renuncia, que circulaba desde media mañana.

El Gobierno quería conocer los términos exactos en que Borrell explicaba su renuncia para adaptar su respuesta. Los argumentos que esgrimió el candidato socialista para explicar su dimisión no le benefician al Gobierno, según admitieron ayer en La Moncloa. Borrell arguyó razones éticas y, con claras alusiones, puso en la picota la decisión de los ministros de Industria, Josep Piqué, y de Fomento, Rafael Arias-Salgado, de mantenerse en su cargo, pese a cuestionarse su actitud ética.

En el caso de Piqué por haber tenido una empresa para "optimizar sus ingresos" y en el de Arias-Salgado, por haber ocultado en el Registro de Actividades de los diputados la existencia de una empresa de la que es administrador único, con la particularidad de que la víspera se salvó por sólo ocho votos de una condena parlamentaria.

La riada de preguntas de los periodistas al ministro portavoz sobre si iba a seguir el ejemplo de Borrell fue la primera consecuencia -de signo negativo- para el Gobierno de la renuncia del candidato socialista. Piqué trató de capear inicialmente la situación con la respuesta oficial de su "escrupuloso respeto a la decisión de Borrell". Pero a la inmediata pregunta de si no existían dos varas de medir, la renuncia de Borrell y la permanencia en el cargo del ministro portavoz ante las denuncias de irregularidades, respondió que no se sentía concernido personalmente por la renuncia del candidato socialista. "No me siento en absoluto implicado ni aludido", dijo.

Ante otra catarata de preguntas en la misma dirección, terminó por responder: "Ni personalmente, ni como Gobierno, ni como Partido Popular, creo que desde el partido socialista se esté en condiciones de dar lecciones de rigor ético". Con esta réplica, que rompía las pretensiones iniciales del Gobierno de eludir un pronunciamiento sobre la renuncia de Borrell porque "es un asunto interno de un partido", el portavoz estableció la estrategia que seguirá el Ejecutivo ante el relanzamiento de la ofensiva que, está convencido, dirigirá el PSOE contra los dos ministros.

En este sentido, la renuncia de Borrell no beneficia al Gobierno porque como candidato, y tras la publicación de los escándalos de sus ex colaboradores, estaba tácticamente neutralizado ante las denuncias de escándalos que el PSOE había dirigido y arreciado en contra el Ejecutivo en los últimos meses.

El Gobierno y el PP ya están preparando sus respuestas al PSOE ante la nueva situación. Argumentarán que la renuncia de Borrell, pese a venderse públicamente como un gesto ético, tiene un trasfondo partidista: el candidato socialista no contaba con el respaldo de la dirección socialista. Ayer mismo, fuentes oficiosas de La Moncloa destacaban que en la intervención en la que Borrell anunció su renuncia también había una alusión crítica a Felipe González cuando se refirió a que no iba a repetir la historia de no reaccionar con prontitud ante las denuncias. Con todo ello, el Gobierno tratará de sacar el mayor provecho posible de la situación de confusión que puede originarse en el PSOE tras la renuncia de Borrell. La ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, la calificó de "gran fraude" para los votantes socialistas "que creyeron liberarse de la oficialidad corrupta de su último congreso votando la alternativa".

El Ejecutivo no va a alterar sus planes por la renuncia de Borrell. El ministro portavoz aclaró que José María Aznar no cambiará el calendario electoral. Ni siquiera la fecha del debate sobre el estado de la nación, a fines de junio. El contrincante de Aznar será este año el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia.

Precisamente, el debate sobre el estado de la nación del pasado año, celebrado a escasos días de la nominación de Borrell como candidato socialista tras las elecciones primarias, le marcó ante el Gobierno. Aznar y el Ejecutivo trastocaron su primera sensación de inquietud en una pérdida de respeto ante la derrota del candidato socialista, según corroboraron los sondeos. Desde entonces, esa pérdida de respeto desde el Gabinete a su principal rival fue progresiva. No sólo por sus confrontaciones con la dirección del PSOE sino también por sus respuestas ante temas de Estado, como el terrorismo o la cuestión territorial y, finalmente, por su caída en los sondeos.

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