Relajar las presiones

LA ESCALADA DEL IPCEl IPC de abril, como esperábamos, ha contribuido a aumentar la preocupación sobre la inflación española. Pero la alarma es infundada, como injustificada era la euforia desatada con el dato del 1,4% de diciembre. Porque, en realidad, estamos como estábamos en marzo de 1997, con una inflación tendencial en torno al 2%. Los componentes más volátiles habían construido un espejismo.¿Y cómo podemos avanzar para que esta inflación, anclada en el 2,2% en los dos últimos años, se reduzca hasta niveles europeos? Lo primero, distinguir lo que es relevante de lo que no lo es. Lo crucial es el diferencial de inflación con el resto de la unión monetaria. Así, la subida del precio de la energía podrá hacer daño a nuestro bolsillo y a la balanza de pagos, pero de cara al diferencial de inflación es irrelevante. Achacar los problemas de nuestra inflación al petróleo es como culpar a Kosovo de las dificultades de los aeropuertos.

Lo segundo, respetar los precios relativos, que se deben ajustar libremente en una economía de mercado para asegurar una buena resignación de los recursos. En época de sequía y de aumento del precio internacional del crudo, ¿tiene sentido forzar a las compañías eléctricas a bajar sus tarifas?

Lo tercero, actuar sobre la inflación tendencial, y no sólo sobre los componentes transitorios o los precios regulados. Actuar por el lado de la demanda y por el de la oferta. Por el lado de la demanda, no basta con añorar al Banco de España. Se puede utilizar la política presupuestaria de forma contundente, algo que se tenía que haber hecho ya este año.

Se puede fijar un objetivo de inflación nula para el año 2000, vinculante para pensiones y salarios de los funcionarios y anunciar un presupuesto equilibrado, es decir, un déficit público cero. En definitiva, ir a un esquema 0+0 (déficit más inflación) para el año 2000.

Por el lado de la oferta, se debe profundizar en las reformas estructurales, dando prioridad a la del mercado de trabajo. La reforma de la negociación colectiva es urgente y decisiva. Abrir las fronteras a la inmigración es una buena idea; también lo son la libertad de horarios comerciales, liberalizar el suelo, las farmacias y los colegios profesionales.

España atraviesa uno de los mejores momentos de su historia económica reciente. Pero lo importante es que esta situación se mantenga muchos años. Y con la inflación, nos guste o no, tenemos un problema.