Luis Miguel Encabo: "Dos no se pelean si uno no quiere"
El viento, el juego de los toros o las airadas reacciones del público. ¿Quién molesta más? Primer exculpado: el tendido. "Es lógico que reaccionen así. Al fin y al cabo, vienen a la plaza a divertirse. Si se aburren, pues algo tendrán que hacer". Las palabras son de Encabo. Le sigue Pepín Jiménez: "La gente quiere ver torear y que los toros embistan. Es así de sencillo lo que piden". Sentencia: las culpas se las reparten a partes desiguales ganado y vendaval. Segunda pregunta: ¿Quién se ha llevado el peor lote? El primero en optar al dudoso premio es el torero de Alcalá de Henares. "No eran toros. Los míos eran simplemente dos mulos. Dos no se pelean si uno no quiere". El murciano, por su parte, no quiere dejar pasar la oportunidad para presentar su particular candidatura: "El tercero y el cuarto, los de Campos Peña, tenían mucho peligro. El resto, con alguna excepción, se han rajado pronto".El que tomaba la alternativa, Ángel Gómez Escorial, empieza por dirigir sus naves por otros rumbos, la ocasión bien lo merece: "Es una satisfacción enorme ser matador de toros. Creo que mi actuación ha sido muy importante. He demostrado valor, ganas y, sobre todo, que quiero ser torero". Acto seguido, toca disparar contra el encierro. "Lástima que mi segundo [el que cerraba la plaza] no ha aguantado un poco más. Es muy difícil levantar la tarde, y más en Madrid, en el último de la tarde, cuando la gente está algo cansada".
Además, el viento
Puestos a rescatar los momentos más brillantes, Jiménez se queda con el pitón derecho de su primero. "Se ha dejado algo, pero enseguida se ha acabado. Además, el viento, especialmente al final de la faena y cuando he entrado a matar, ha terminado por complicarlo todo un poco más. Hasta he tenido que enredar la muleta en la mano para que permaneciera quieta". El arrojo de Luis Miguel Encabo sigue a la par el tono de sus declaraciones: "Yo estoy muy contento con mi actuación. Y subrayo el muy contento", un instante de pausa y sigue: "Bueno quitando la espada, eso sí".En resumen, la terna al completo va repitiendo su versión de los hechos refiriéndose a la falta de fuerza, a las malas intenciones, al poco juego, a su imposible embestida... Hablan, claro está, de los astados, culpables por unanimidad.
Y entre tanto desastre, un detalle de los que dejan huellan: el toreo al alimón entre Ángel Gómez Escorial y Luis Miguel Encabo, dos viejos conocidos y amigos desde sus primeros pasos en la Escuela de Tauromaquia de Madrid. "No habíamos preparado nada. Ha salido así. Recuerdo, allá por 1995, cuando era novillero, que se lo ofrecí a Escorial. Él era el sobresaliente de una novillada picada. Ahora, él me lo ha devuelto. Ni ensayado ni nada. Ha sido bonito", termina Encabo.
Babelia
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