Antropomórfico
Hay que llevar mucho cuidado si uno anda por Arganda. A causa de uno de esos misteriosos caprichos producto del aburrimiento, uno puede decidir libremente abundar en el tedio e ir a pasar un soleado domingo a cualquiera de esas localidades que circundan nuestra ciudad. Por ejemplo, a Arganda. Ahora bien, si Arganda ha sido el destino escogido por nuestro libre albedrío, hay que cuidar muy mucho, antes de partir, ciertos detalles que podrían convertir nuestra asténica inocencia dominguera en una fatal y kafkiana revisión de nuestra mismidad.Para empezar, si uno ha decidido ir a aburrirse a Arganda, debe levantarse mucho más temprano que si el objetivo es, por ejemplo, Navacerrada o El Escorial. Me explico: en realidad, uno sabe tan poco de sí mismo que es muy probable, por ejemplo, que no tenga muy claros sus "datos antropomórficos" y que esté convencido de que su atuendo de excursionista ocasional es sumamente "deportivo" cuando a lo mejor lo que de verdad resulta es "descuidado". Esto hay que estudiarlo muy bien antes de salir, no vaya a ser que se te haya ido un poquitín la mano en el descuido y tengas la mala pata de que te detengan en un control policial. Pero tampoco debe uno meter la pata de antemano y cargar las tintas en el cuidado del atuendo, no vaya a ser que te pongas excesivamente "elegante", lo cual, para ser dominguero, resultaría naturalmente sospechoso. Por descontado, queda desestimada a priori la posibilidad de ir a Arganda "harapiento" o, qué decir tiene, "travestido".
Bien, supongamos que uno haya encontrado el punto justo en el vestir y ya anda por Arganda. Aquí primaría entonces la cautela, la precaución en el ademán: ¡mucho cuidado con resultar "amanerado", "brusco" o "violento"! Imaginemos que somos sometidos a una identificación policial callejera. Reacciones a evitar: "Muy buenos días, señor agente, qué alegría conocerle y poder compartir en tan grata compañía los seculares matojos que nos contemplan. Precisamente, para la ocasión, he uncido mi cuerpo, tras mi acostumbrada toilette matinal, de ingentes cantidades de Eau Sauvage". ¡No!: "Amanerado". Otra: "Mire, oiga, no sabe cuánto agradecería que usted no me hiciera perder el poco tiempo que tengo de descanso, ¿eh?, sólo porque llevo un agujerillo en la camiseta, un descuido, sí, pero un descuido pequeño, que lo que pasa es que es del año pasado, pero Nike, ¿me entiende?, Nike". ¡No!: "Brusco". Otra: "Voy como me da la gana y por donde me da la gana. ¡Identifícate tú y deja en paz a la gente que anda por Arganda!". ¡No!: "Violento". Reacción ideal: "Sí, buenos días, sí, señor agente, muy bonito Arganda, cómo no, en cuanto cobre, sí, renuevo la ropa de verano, es que estoy fatal de tiempo, sí, por supuesto que voy a comprar otra camiseta, deportiva, claro, pero a la par elegante, sí, Nike, ya sabe usted, no me explico cómo he podido tener este descuido, un agujerillo, qué contrariedad, sí, sí, desde luego esto no se vuelve a repetir, precioso Arganda, muy buenos días, sí, sí, señor agente".
Una cosa muy importante antes de decidirse por disfrutar del domingo en Arganda es gozar de una salud envidiable. Si padeces "sida" o "hepatitis", ni te pases, mejor no tentar al diablo. Lo que complica la cosa es lo de los "parásitos": como son difíciles de detectar, puedes arriesgarte a llevarlos puestos a Arganda, pero, eso sí, habrá que evitar por todos los medios rascarse en demasía, que te pillan. Yo, francamente, dudo que compense tal tortura. Qué duda cabe de que antes de atreverte a ir a Arganda debes tener muy clara tu "raza". Como la Policía Local de Arganda incluye entre ellas la de "estadounidense" (además de "europeo, latino, gitano, árabe o asiático"), lo mejor para ir allí de excursión es ser, por ejemplo, de "raza" canadiense, así uno no va buscando problemas.
Pero también puede ir uno a Arganda de cachondeo. ¡A Arganda de parranda! Para pasar un buen día de solaz en Arganda hay que organizarse bien, hacer un buen casting entre los amigos, es decir, seleccionar, por un lado, los más antropomórficos de entre los conocidos, y, por otro, los más sobrados de guasa. O sea, montar una desconcertante panda y ¡a pasar el día en Arganda! Advierto a las fuerzas del orden que irían varios homosexuales.
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