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La OMS defiende los sistemas públicos de salud aunque con prestaciones limitadas

Un informe dice que hay que controlar el gasto para garantizar servicios para todos

Tras analizar la experiencia internacional con los distintos modelos de sistema sanitario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera probadas dos cosas: que los Gobiernos no pueden proveer y financiar todos los servicios médicos existentes, y que, sin embargo, la introducción de estrategias de mercado en la atención sanitaria no sólo provoca unas "intolerables desigualdades", sino que además resulta muy ineficiente. La OMS, en su informe anual, defiende los sistemas públicos e universales, aunque con prestaciones limitadas para controlar el gasto.

"Si los servicios deben proveerse para todos, no todos los servicios pueden proveerse", proclama la OMS en su informe mundial de 1999, presentado anteayer en Ginebra. La agencia sanitaria de Naciones Unidas aboga por lo que llama un "nuevo universalismo" en las prestaciones sanitarias, un sistema que reconoce los límites en el número de servicios que los gobiernos pueden ofrecer a sus ciudadanos, pero que mantiene la responsabilidad gubernamental sobre la planificación y la financiación del sistema.Los sistemas públicos y centralizados no excluyen las contribuciones privado. La OMS reconoce que los proveedores privados son una pieza importante del sistema en muchos países, y ve con buenos ojos que las empresas "suministren fármacos y equipos" a los servicios sanitarios públicos. También defiende la colaboración entre la iniciativa pública y la privada en el desarrollo de nuevos medicamentos y técnicas.

Pero la planificación y la financiación deben ser públicas y centralizadas para ser eficaces. Parte de la ineficiencia de los sistemas basados en el libre mercado se debe a la incorrecta -o simplemente inexistente- planificación de prioridades. Por ejemplo, un sistema con fuertes elementos de mercado puede gastar enormes cantidades en la hospitalización y tratamiento de niños con sarampión, cuando la estrategia óptima y más barata para enfrentarse a esa enfermedad sería una vacunación planificada por un gestor público central. Según la OMS, las estrategias sanitarias deben basarse siempre en servicios cuidadosamente priorizados y accesibles para la totalidad de la población. Este argumento se aplica por igual a los países ricos y a los pobres.

Naturalmente, el hecho de que el sistema sanitario sea público no garantiza por sí mismo su eficacia, y el informe de la OMS destaca una serie de defectos que suelen lastrar a estos sistemas en muchos países: escasez de medicamentos esenciales, absentismo del personal sanitario, equipos que no funcionan o malas instalaciones.

Cualificación profesional

Sin embargo, los sistemas privados adolecen a menudo de problemas similares. Según el informe, en los sistemas privados de los países de renta media o baja los trabajadores sanitarios carecen a menudo de la cualificación necesaria, y las prácticas de diagnóstico y prescripción son con frecuencia "deficientes o incluso peligrosas".La OMS pone el ejemplo de la tuberculosis. Los tratamientos de esta enfermedad que ofrecen muchos sistemas privados son "rentables pero inútiles", y sus índices de curación se sitúan muy por debajo de los típicos de un sistema público.

El informe alerta sobre el hecho de que "el poder adquisitivo parece ser, cada vez más, el mecanismo para racionar el acceso a la sanidad". El racionamiento es inevitable, según la OMS, pero no debe basarse en la capacidad económica, sino en una selección racional y consciente de prioridades, precedida de un amplio debate público. De nuevo, sólo un sistema público puede garantizar una asignación de prioridades racional y transparente.

El crecimiento desregulado de los sistemas de salud es incapaz de garantizar una cobertura adecuada de las necesidades sanitarias más acuciantes de la población, según la OMS. "En cualquier país", dice el informe, "los más pobres soportan la mayor carga de mala salud y el mayor riesgo de mortalidad evitable". La intervención pública es necesaria para facilitar un acceso universal a la sanidad.

Por paradójico que pueda resultar, los análisis de la OMS muestran que un sistema sanitario es tanto más eficiente cuanto más extendida sea su cobertura. Pero la agencia insiste en que "cobertura universal" no significa cobertura de todo, sino cobertura para todos.

La cobertura universal, según la OMS, implica que, cualquiera que sea la fuente de financiación, el sistema de salud funcione como una "aseguradora sanitaria nacional", pagado o bien a través de impuestos o por cuotas de la Seguridad Social para garantizar el reparto de los riesgos financieros.

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