Decibelios contra la nostalgia

Hace 18 años que Gwendal grabó en el San Juan Evangelista de Madrid un álbum muy apreciable, En concert. De lo que se podía escuchar entonces a lo que sonó el martes media un abismo. La riqueza melódica de antaño ha dejado paso a una sección rítmica que opera sin contemplaciones. Está claro que los bretones no quieren ser confundidos con una reserva de dinosaurios, como admitió el fundador Le Berre, pero esa huida hacia adelante suscita más de una objeción.Resulta sorprendente lo bien que sigue sonando el material añejo, como An dro-nevez, y la maestría exquisita del flautista a la hora de salpicar con digresiones jazzísticas el repertorio tradicional. Las dudas asaltan en el repertorio reciente, donde los hallazgos estimables, como ese canturreo estridente de la bombarda en Pan ha diskan, se mezclan con monumentos a la contundencia inmisericorde, al mamporrazo limpio. Gwendal ha decidido combatir la nostalgia a golpe de decibelio, pero a veces se le va la mano en la aplicación de esta loción rejuvenecedora.