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Cruzada contra la violencia juvenil

Recompensas por delaciones y reparto de móviles de emergencia, iniciativas para atajar el vandalismo en EEUU

Como siempre ocurre en Estados Unidos, el equilibrio se trata de buscar yendo de un extremo al otro. Y ahora la matanza de estudiantes de Littleton ha dado paso a los chivatos en las escuelas. De norte a sur del país se han empezado a establecer sistemas para que los propios alumnos alerten sobre señales de violencia, pero en el condado de Collier, en Florida, se acaban de alcanzar todos los récords: siguiendo la tradición del lejano Oeste, la junta superior de docentes ofrece desde esta semana recompensas de 50 dólares (7.500 pesetas) a los alumnos que delaten a sus compañeros.Los chivatos permanecerán en el anonimato y podrán cobrar su dinero cuando den buenas pistas que permitan a la policía escolar o al FBI confiscar bombas, armas o arrestar a estudiantes problemáticos. "Es un incentivo, una forma de motivar a los estudiantes para que ellos mismos actúen como policías", decía ayer orgulloso Joe Landon, el portavoz del superintendente escolar del condado de Collier, a unos 130 kilómetros al norte de Miami. Otros condados de Florida ya habían abierto líneas telefónicas anónimas con el mismo propósito.

Y en otros estados como California, empresas privadas están regalando teléfonos portátiles para profesores y administradores de colegios que sólo permite llamadas a las autoridades; Tennessee va a levantar la prohibición de que los alumnos vayan con sus teléfonos a clase; en Illinois las autoridades estatales han abierto un departamento de denuncias anónimas. Las organizaciones de padres hablan con los profesores; los fiscales de toda la nación se reunieron la semana pasada con los responsables policiales. El presidente Clinton ha convocado una cumbre para el próximo día 10 de empresarios de Hollywood, fabricantes de videojuegos, directivos de televisiones y otras fuerzas sociales para analizar el problema. Y el vicepresidente Al Gore anunció ayer un acuerdo con los principales proveedores de servicios de Internet para ofrecer mecanismos que permitan a los padres controlar el acceso de sus hijos a la violencia electrónica.

Todo forma parte de la catarsis nacional en busca de réplica a la "glorificación de la violencia" en la que ha degenerado la sociedad estadounidense. Todas, excepto restringir el uso de las armas, al que se opone vehementemente el poderoso lobby (grupo de presión) de la Organización Nacional del Rifle, que esta semana reeligió a Charlton Heston como presidente. El derecho a portar armas está reconocido por la Constitución de EEUU y simboliza la independencia en la cultura tradicional americana. Pero también es parte intrínseca de esa cultura el resolver las disputas a balazo limpio. Lo atestiguan los más de 35.000 asesinatos al año.

En una conferencia que pronunció la semana pasada el secretario de Justicia de Misisipí, Mike Moore, daba cuenta de la tragedia: "Un niño muere cada dos horas a causa de las armas en este país. ¿Qué nos está pasando?". Hay otras estadísticas espeluznantes que se manejan en los medios de comunicación, que cada día son el centro del debate nacional sobre la violencia. Según las últimas cifras del Departamento de Justicia, hay 250 millones de armas en las calles de EEUU, tantas como habitantes.

La otra estadística que repiten quienes culpan a Hollywood y a los telefilmes, son las 100.000 imágenes de violencia que han visto como promedio los adolescentes, 8.000 de las cuales son asesinatos.

Desde la escabechina de Littleton, en la que murieron 12 estudiantes y un profesor a manos de dos compañeros de colegio que luego se suicidaron, han surgido rumores y temores de imitadores. En centros docentes de todo el país se han recibido más de un centenar de amenazas de supuestos estudiantes que pretenden masacrar a tiros y bombas.

Los detectores de metales en las puertas de los colegios y los registros de las mochilas se han convertido en cotidianos. Se vive un estadio de sitio, donde el mayor miedo de los alumnos no es suspender a fin de curso, sino perder la vida. Eso ha disparado el absentismo escolar en algunos sitios al 50%. Quizá por ello nadie ha puesto el grito en el cielo por incentivar a los chivatos. "Va a resolver el problema del crimen, vamos a poder salvarnos", decía el martes por televisión Meron Demrew, un estudiante de 13 años

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