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PRECAMPAÑA ELECTORAL

La familia socialista rinde honores en Vallecas al "hermano Barranco"

El ex alcalde de Madrid convierte su homenaje en un canto a quienes votaron por una ciudad de izquierdas

Juan Barranco, ex alcalde de Madrid, convirtió ayer su homenaje en un homenaje a todos aquellos que apostaron por un Madrid tolerante y libre. "Sois vosotros los que habéis hecho de esta ciudad un ejemplo de tolerancia para Europa. Un ejemplo de libertad, de pluralidad y de tolerancia".La calle estaba cortada. Era gente de Vallecas. Viejos políticos -Santiago Carrillo-, antiguos compañeros de batalla -Joaquín Leguina o Pepe Barrionuevo, Pepe Acosta, Jaime Lissavetzky, Pedro Pablo Mansilla y concejales que trabajaron con él-. Con él también, gente de la que nadie habla: Rosa, Calita o sus escoltas y conductores. Juan Barranco ayer estaba feliz. El homenaje se celebraba en Vallecas, en el pub Hebe, como recordó Barranco, la diosa de la juventud. No faltaron las menciones a Juanjo, El Pulga; Manolo, Paco o La Abuela y tantos otros. ¿Cómo mencionar a todos? Era su barrio. Vallecas. Pero el ex alcalde de Madrid, en una pirueta de generosidad, hizo que quienes habían hablado de él terminaran alabando el Madrid alegre y tolerante, el Madrid libre que supuso un cambio político y social de la capital de España.

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No habló de sí mismo. Barranco habló de otros. Contó anécdotas divertidísimas de Enrique Tierno Galván. Habló de ese "Metro profundo" que, según confesó, nadie supo lo que era en la cabeza del viejo profesor. Fue generoso hasta en el futuro. Pidió el voto para los que le van a suceder, y, en un exceso de humildad, llegó a reconocer que, tal vez, debería haberse marchado antes.

Todo era como una fábula o un viejo romance. Antes que él, Pepe Acosta habló emocionado de Juan Barranco. Y antes, Luis Pastor, cantautor vallecano, tuvo una referencia maravillosa hacia "su hermano Juan". Con Luis Pastor estaba Miguel Ríos -"estoy aquí porque le quiero"-, y recibió también el mensaje de otro cantautor vallecano, Ismael Serrano, que le recordó la vida en Vallecas. Juan Barranco no quiso olvidar a nadie.

Entre los que contribuyeron a esa ilusión de tolerancia y pluralidad citó a un emocionado Pepe Barrionuevo que, perdido entre el público, seguía las palabras del que fuera alcalde de Madrid.

Cuando Juan Barranco hablaba del Hebe, aclaró que su origen estaba en Los Hijos del Agobio, un grupo de muchachos que luchaban por hacer una ciudad distinta, una ciudad abierta y ajena a cualquier ideología". No parecía que, en su barrio, en lo más profundo de Vallecas, Barranco intentara arrancar ningún voto. Pero lo cierto es que sus palabras tiraban más que cualquier mitin de la gente que, incluso desde la calle, intentaba seguir su discurso.

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No tuvo palabras agrias para nadie. Tal vez pudo detectarse una cierta amargura cuando se refirió a la moción de censura que le apartó de la alcaldía. Pero no por él. El dolor de Barranco era más por la pérdida de Madrid para la izquierda. Así, cariñosamente, se dirigió a Santiago Carrillo para recordarle alguna anécdota de los representantes comunistas que, con él, habían gobernado la ciudad.

Hasta cuando habló de Javier Solana consiguió arrancar aplausos entre los asistentes. Barranco presentó a un secretario general de la OTAN, socialista, que hacía lo que tenía que hacer. El que fuera alcalde de Madrid habló de su compañero de filas con auténtico cariño. El mismo cariño que dedicó a los que le homenajearon: "Los que estáis aquí y no sois ni tenéis carné socialista, tenéis el afán de que Madrid sea una ciudad para la izquierda".

"No quiero hablar desde la nostalgia. No quiero que penséis en una ciudad perdida. Quiero que recuperemos ese Madrid que sólo vosotros fuisteis capaces de hacer". La noche caía sobre Vallecas, y Barranco, en su barrio, recibía el reconocimiento de su querido sindicato: la UGT le entregaba una magnífica pluma para que "el próximo acuerdo sindical lo firme un alcalde socialista". En el Hebe, los hijos del agobio escuchaban en silencio. Todo estaba en silencio. Algunos recordaban aquel romance dedicado al Cid: "Dios, qué buen vasallo". Lo que habría que saber es si Barranco ha tenido un buen señor.

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