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Papá, ven en tren

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Últimamente, viajar en avión se ha convertido en una desagradable aventura. Pilotos, controladores, directores de aeropuertos, compañías aéreas y Gobierno son los principales protagonistas del desaguisado, los responsables de que medio país esté cabreado. Algunos de estos actores tienen más responsabilidad que otros, desde luego, pero entre todos han conseguido que las comunicaciones aéreas se vean sumidas en la anarquía. Los aviones salen con retrasos insultantes y llegan a su destino con demoras intolerables, se pierden enlaces con otros vuelos, las maletas se extravían..., las compañías no informan, o lo hacen a destiempo y mal, los pilotos chulean y desafían a los sufridos pasajeros, el trato es casi vejatorio. ¿Quién no ha escuchado a algún familiar, amigo o conocido afectado por los ya endémicos retrasos de los vuelos quejarse de que su viaje en avión fue una aventura? El caos se ha adueñado de los aeropuertos españoles y raro es el día en que no se escuchan quejas y no se produce un motín en un avión. Sin embargo, ante tanto desbarajuste, el Gobierno ha optado por la política del avestruz. Menos mal que el país se lo ha empezado a tomar a chirigota. Los chistes sobre viajes en avión empiezan a aflorar y las tiras humorísticas de los periódicos también reflejan la caótica situación de nuestros aeropuertos. ¡Que dimitan los pasajeros!, proponía hace unos días el Ejecutivo en Las noticias del guiñol. Todo esto me ha traído a la memoria una viñeta que un humorista inolvidable, El Perich, dibujó en Autopista allá por los años setenta. "Papá, ven en tren", se leía en un cartel publicitario que aparecía en un paisaje desértico. Al lado se veía una máquina de tren con su maquinista, y un bocadillo: "Gilipollez de anuncio", decía el hombre. En esta línea, un chiste asegura que, a pesar de que la oposición cree que el Gobierno fomenta el caos para devaluar la compañía Iberia de cara a su privatización, lo que realmente persigue el denostado ministro de Fomento es justificar la necesidad de generalizar la construcción de nuevas líneas de AVE porque le asusta volar.

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