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Reportaje:

La comprometedora agenda de Ewa Striniak

Una veintena de políticos, empresarios y abogados declaran en comisaría tras el asesinato de un aprostituta en valencia

Una prostituta de lujo, un ejecutivo de conocida posición social y un elenco de empresarios, políticos o abogados son los protagonistas de una trama de novela negra con los ingredientes de un best seller: sexo, acción, muerte y suspense. Los hechos son reales y han ocurrido en Valencia, la capital de una comunidad en la que este año ya han perdido la vida, víctimas de la violencia, nueve mujeres. Los nombres de ocho de ellas han caído en el olvido. El último corresponde a Ewa Striniak, una polaca de 44 años que llegó a España en 1991 en compañía de su marido. Mientras éste continúa sudando su jornal a pie de obra, la primera se vio abocada a ganarse la vida en la prostitución. Hace una semana, entre las 20.00 y las 20.45 del pasado domingo, fue asesinada.La autopsia ha revelado que su cabeza fue destrozada con un machete, martillo u otro objeto contundente. Tenía otras heridas en el cráneo y los brazos, estas últimas causadas, probablemente, al intentar detener a su agresor. Nadie en el edificio de la calle del Pintor Moleón, donde vivía, vio ni oyó nada. El vecindario reaccionó con estupor al conocer la profesión de Striniak, una mujer discreta que mantenía una relación amable y distante con sus vecinos.

Hablaba, aún con acento, un correcto castellano, compraba cigarrillos light en el estanco del barrio, productos para adelgazar en la farmacia y cenaba casi a diario, de manera ligera, en el restaurante ubicado frente a su vivienda. Apenas bebía alcohol. Vestía con elegancia y, sin ser despampanante ni lucir la figura de una top model (apenas 160 centímetros de estatura), era una mujer atractiva. Ya no pasea por el barrio ni saluda a sus vecinos y el principal sospechoso del crimen no es un proxeneta, un atracador enloquecido o un miembro de alguna organización criminal. Se trata de un hombre religioso, casado y con cuatro hijos que vive en el barrio más selecto de la ciudad. Eduardo Andrés Borso di Carminati Martínez, de 48 años, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Valencia, fue detenido la misma noche del domingo. Él encontró el cadáver. Él advirtió a la policía de la muerte de Striniak, después de compartir su descubrimiento con dos amigos, y él fue, desde el principio, el principal sospechoso del crimen para la policía. El domingo ya no volvió a su casa.

Más que una cita

Durante casi tres días de agotadores interrogatorios ante los inspectores de homicidios del Cuerpo Nacional de Policía y después en el juzgado ha negado la autoría de los hechos. "Yo no he hecho nada", clamó insistentemente ante el juez encargado del caso, José Manuel Ortega. Eso sí. Borso di Carminati reconoció que su relación con Striniak superaba el contacto esporádico. Conoció a la ciudadana polaca en enero de 1997, en una casa de citas en la que la fallecida trabajaba. A partir de ahí, todo cambió para el ejecutivo, que se enamoró de la mujer. Disponía de llaves de su piso, donde incluso tenía ropa y otros objetos personales, y la veía entre dos y cuatro veces por semana, según fuentes del caso.El domingo todo estalló. La policía, ahora mismo, sólo baraja una hipótesis -Borso acabó con la mujer- y un móvil pasional. O bien la prostituta quería cortar la relación que ambos mantenían o bien el supuesto autor de los hechos deseaba que Striniak abandonase al resto de sus clientes. Según esa hipótesis, el ingeniero perdió la cabeza ante la negativa de la mujer.

Meras cábalas, de momento, aunque las incongruencias del relato del único imputado por el crimen son notables. Al parecer, intentó retirar algunos de sus enseres del piso de la prostituta al ver su cadáver y lejos de llamar inmediatamente a la policía deambuló durante 45 minutos sin explicación que justifique sus movimientos. No obstante, los indicios reunidos por los investigadores no incriminan con rotundidad a Borso di Carminati. De hecho, el juez Ortega decretó su libertad provisional, aún con la prohibición de abandonar España y la obligación de acudir diariamente al juzgado. Eso ocurrió el miércoles. Desde el lunes, la cúpula social de la ciudad ha aparcado sus comentarios habituales. "¿Qué es eso de la lista?". Nombres de políticos, apellidos de prominentes empresarios y apodos de profesionales liberales aparecen en la agenda de Striniak. La prostituta, que mantenía un línea erótica en su casa, anotó a algunos de sus clientes en un listín. Entre el lunes y el martes, decenas de hombres incluidos en esa lista, en su agenda personal o en la memoria de su teléfono móvil desfilaron por la Jefatura Superior de Policía llamados a declarar. Después de que una veintena de personas relevantes de la sociedad valenciana pasaran por comisaría, los rumores se dispararon. El delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Carlos González Cepeda, trató de atajarlos: "No hay lista alguna, no hay destacados protagonistas de la vida valenciana implicados y no hay otro sospechoso, de momento, que Eduardo Andrés Borso di Carminati".

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