Esencia impoluta

Las vistas que rodean a la empinada y sinuosa carretera que lleva hasta Ohanes -un pequeño municipio almeriense, a medio centenar de kilómetros de la capital- son apenas el preludio de la belleza que aguarda al visitante. Con 811 moradores a tiempo completo (las épocas vacacionales o fechas señaladas son otro cantar), resbala de la montaña como si estuviera a punto de precipitarse por la ladera. Como si su singular arquitectura de pueblo honesto quisiera competir con el paisaje escalonado y agrícola de terrazas que rodean al municipio, rememorando la época esplendorosa de los viñedos. No en vano, hubo un tiempo décadas atrás en el que la uva de Ohanes traspasó fronteras. Ahora la uva, cosas del mercado, ha pasado a un plano mucho más modesto para ceder protagonismo a los almendros, olivos y hortalizas. Pero hay algo que no ha cambiado en Ohanes: su esencia de pueblo sin contaminar. Probablemente eso ha sido lo que han valorado los técnicos de Aenor, la empresa que, respondiendo a una propuesta del programa Leader-Alpujarra, ha concedido a Ohanes el certificado de Pueblo Ecológico. Pero, ni de lejos, ha sido el aspecto determinante. Desde que hace un año y medio, Ohanes se embarcó en la aventura de alcanzar un certificado por el que pugnan otra decena de municipios andaluces. Han sido muchas las horas de trabajo y los requisitos con los que cumplir hasta lograr que este pueblo almeriense haya sido el primero de Andalucía. "Sellamos el vertedero que había y ahora la basura se lleva en grandes contenedores hasta El Ejido. También hemos sellado las escombreras y hemos plantado chumberas. Ahora tenemos una escombrera abierta, pero en unos meses habrá que sellarla y volver a plantar chumberas. Las aguas residuales se tratarán en la depuradora que tiene que empezar a funcionar en menos de un año". Pedro García Ferre, el alcalde socialista durante los últimos 20 años, explica que todo el proceso, hasta lograr el certificado que el próximo día 6 les entregará oficialmente el consejero de Medio Ambiente, ha sido laborioso. Y muy entretenido porque Aenor pedía que todo estuviera en regla, que se cumplieran al dedillo todos los requisitos. Dos de las personas que más directamente han trabajado en este proyecto son el teniente de alcalde Cristóbal Moreno y María Francisca Bueno Sánchez, responsable de todo el apartado medioambiental, amén de educadora de la veintena de chavales que acuden al Centro de Día de Ohanes, un municipio en el que son 83 los niños escolarizados. Pero también los vecinos han puesto su granito de arena. "Se están preocupando por embellecer las fachadas de sus casas, por mantener las calles limpias y seleccionar las basuras. Ahora otro de los retos es conseguir que la gente apueste por la agricultura ecológica", explica Moreno. Para contar con el respaldo de los vecinos, se han realizado diversas campañas de sensibilización, uno de los requisitos más del proyecto. Además, el Ayuntamiento de Ohanes invierte al año unas 200.000 pesetas en repartir flores con las que los vecinos salpican de color el blanco puro de las fachadas encaladas. El alcalde ya acaricia el proyecto de una almazara de aceite ecológico y se felicita por la consecución de un certificado que permitirá que se inviertan en el pueblo unos 160 millones de pesetas, amén de la llegada del turismo rural que desde hace ya unos cinco años comienza a acercarse. Enclavado en pleno Parque de Sierra Nevada, en Ohanes aún se puede paladear la autenticidad