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Empleo y bienestar social

El día 1 de mayo, los trabajadores y trabajadoras vascos, tenemos una cita importante por la reivindicación de las 35 horas. La manifestación convocada por ELA, LAB y otros sindicatos y movimientos sociales debe ser la expresión de la preocupación colectiva de quienes apostamos por una sociedad más justa e igualitaria. El diagnósitco es concluyente; los últimos cinco años se han caracterizado por un espectacular aumento de la riqueza generada y, sin embargo, el desempleo, la precariedad y la exclusión social siguen conviviendo con nosotros. La comparación del nivel de paro que padecemos en algún territorio de Euskal Herria, como Navarra, con el de territorios que han sufrido un fuerte proceso de reconversión industrial no debe tranquilizarnos; niveles de paro como el que padecemos en Navarra se consideran alarmantes en la Unión Europea (UE). Observemos los niveles que esta lacra alcanza en dos colectivos de gran significación como el de jóvenes y mujeres. En Euskal Herria la tasa de paro juvenil es del 33% (14 puntos más que en la UE) y la tasa de paro femenino, del 24.9% (13 puntos por encima del paro femenino de la UE). Cuando concurren ambos factores, joven y mujer, la tasa de paro se dispara hasta cifras escandalosas. Este nivel de desempleo está siendo utilizado por los empresarios para imponer una realidad laboral cada vez más dificil a quienes tienen un puesto de trabajo. La precariedad y la explotación adquieren una extensión creciente y diversificada. Y no solo en pequeñas empresas o en sectores marginales, sino en empresas que son presentadas como símbolo de progreso. Ahí está el caso de TRW de Navarra. Jóvenes y mujeres son también los principales afectados por la precariedad y la exclusión social. Esta situación afecta de manera especial a las nuevas incorporaciones al mercado de trabajo, que son quienes con más fuerza sufren las consecuencias del paro. La precarización laboral, apoyada y permitida por decisiones y dejaciones políticas, ha sido aplicada por el empresariado de forma generalizada hasta llegar al punto de que hoy menos del 65% de las personas asalariadas tengan un contrato indefinido, que las ETT"s tramiten el 25% de los contratos que se registran en el Inem, que un 6.1% de la población asalariada esté sin contrato (13% de las mujeres que trabajan en esta situación, por un 2% de hombres), etcétera El que la mayoría de la población en paro carezca de protección del Inem (sólo una de cada cuatro personas en paro está cubierta por prestaciónes de dicho organismo) agrava la situación de indefensión y fomenta los abusos laborales al carecer de otras alternativas de subsistencia. Hoy podemos decir que la pobreza, entendida como carencia de ingresos suficientes, afecta a las personas en paro, en la mayoría de los casos desprotegidas del Inem, pero también a muchas personas que tienen empleos insuficientes y mal remunerados. Los resultados de una determinada política económica, la que se está aplicando, están a la vista. Por ello son muchas las fuerzas que están exigiendo un cambio substancial de dicha política económica y social, por el que se dé preferencia a la cración de empleo y la ampliación de la protección social. Ha quedado suficientemente demostrado que el mero crecimiento económico no soluciona estos problemas; es hora ya de políticas que se planteen el empleo y el bienestar social como objetivos en si mismos. A ello van precisamente dirigidas las propuestas de reducción de la jornada a 35 horas, eliminación de las horas extras, reducción de la precariedad, promoción de nuevos empleos en los sectores que se acogen bajo la denominación genérica de Nuevos Yacimientos de Empleo y establecimiento de una renta básica para todas las personas sin ingresos suficientes. Durante años hemos tenido ocasión de comprobar lo que en materia de empleo y bienestar social da de sí el mercado. Creemos por ello, que es el turno de la iniciativa política y la acción social. José María Otaegi Aurrekoetxea es coordinador de ELA Navarra.

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