La zapatilla ausente
La primera y más importante de las galas para celebrar el Día Internacional de la Danza de Madrid tuvo anoche, dentro de su acontecer, un detalle inaudito: no apareció sobre la escena ningún fragmento de ballet clásico ni una zapatilla de punta, siendo la danza y el saber académico la base, el cimiento y la causa de todo lo que se vio. Lo más imaginativo y de mejor empaque fue el estreno de Comediants, una obra encargada por la SGAE para celebrar su centenario, donde las artes escénicas se dan cita mediante una culterana fantasía que mucho recordó a Schlemmer y a las epopeyas de Bauhaus, donde el viaje fue desde el pentagrama hasta la página web.
Empezó la compañía Provisional Danza con un extracto de Irreverente quietud, y le siguieron el ballet de Zaragoza con La muerte y la doncella y Mar Gómez con una creación mundial. Lo más interesante en este primer apartado llegó con la vitalidad y precisión que aportaron Jone San Martín y Jacopo Godani, que recrearon un fragmento de una obra reciente de William Forshyte, donde ha tenido cabida y participación la creatividad de los intérpretes; estos dos artistas están perfectamente imbricados dentro del poderoso y particular aparato estético del coreógrafo norteamericano, de ahí que su baile tenga un pulimento y una calidad altísimos.
En la segunda parte, una nueva compañía de danza española se estrenaba con Lola Greco, José Serrano y Luis Ortega, que bailaron A fuego lento, sobre la música homónima de Carlos Gómez y José María Banderas. También Lola Greco ofreció un solo de creación propia, preciosamente vestida por Ana Lacoma, y poniendo pasos a Entre dos aguas, una pieza de Paco de Lucía que se ha convertido en un verdadero clásico. También bailó un solo flamenco Javier Barón.
El homenajeado de esta XI edición ha sido Alberto Lorca, de quien el Ballet Español Antología, que dirigen María del Sol y Mario La Vega, bailaron Las bodas de Luis Alonso, en una de las múltiples versiones que el maestro ha hecho sobre esa pieza, y donde, tras 25 años de andadura de la tal lectura coreográfica, puede respirarse su inventiva para los grandes movimientos escénicos, su sentido de la dinámica de grupo y esa geometría a la vez armónica y con riesgo que le caracteriza. El público aplaudió con calor a todos los artistas.
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