De la imaginación al radar
Los simuladores de vuelo al alcance del gran público han sufrido una vertiginosa mejora en pocos años. A comienzos de los 80, consistía en una serie de relojes e indicadores que aparecían en la pantalla de los primeros ordenadores caseros. El piloto tenía datos sobre su velocidad, posición, velocidad del viento y poco más. Aterrizar o estrellarse era, en gran parte, cuestión matemática y el resto lo ponía la imaginación. El siguiente paso fue incorporar a este panel una foto fija del suelo. Dicha imagen variaba su inclinación según la posición del aeroplano. Era un avance hacia el realismo, pero nada comparado con lo que se puede observar hoy día: los paneles de control responden al modelo de aparato que se pilota, es posible ver con toda precisión detalles del suelo, tomar tierra en los aeropuertos más famosos del mundo o en un portaaviones en medio del Pacífico. La mayoría presenta los cuadros de diálogo en inglés y los libros de instrucciones pueden superar las 200 páginas, incluidas cartas reales de navegación.
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