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Los aliados amplían su derecho a intervenir sin permiso de la ONU

La OTAN, sumida en la crisis de Kosovo, fija su estrategia para el nuevo siglo

La OTAN del siglo XXI nació ayer en Washington con una redefinición de sus objetivos, métodos y ámbito de actuación, en el momento en que conmemoraba su 50º aniversario. La nueva Alianza se marca como misión esencial "defender la seguridad y los valores democráticos dentro y fuera de sus fronteras", en palabras de Javier Solana, el secretario general de la OTAN, y consagra que para ello no precisa el permiso expreso de la ONU, sino que basta con que no contradiga la Carta de Naciones Unidas o las resoluciones de su Consejo de Seguridad. Se trata de seguir "su espíritu y fines", pero no de recabar autorización previa. El "espacio euroatlántico" de actuación crece ahora para abrazar la corona superior del hemisferio norte, los 19 países de la OTAN y los 25 miembros de la Asociación para la Paz, 44 Estados en total que van de Alaska a Vladivostock. La doctrina estratégica de la nueva Alianza incluye la lucha contra el genocidio, el terrorismo y las armas de destrucción masiva y consagra el derecho de injerencia humanitaria. El principal problema para el nuevo "concepto estratégico" aliado sigue siendo Rusia, cuyo aislamiento no desean los estrategas occidentales, pero que, de hecho, está ausente y ajena. Mientras los jefes de Gobierno hablaban en Washington, en Europa proseguían las operaciones militares. Una columna de blindados llegó ayer a Macedonia, se empieza a hablar de bloqueo marítimo para impedir la llegada de petróleo y se sigue bombardeando Serbia. Rusia respondió ayer que no respetará el embargo petrolífero.

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