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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fusión paneuropea

DEUTSCHE TELEKOM (DT) y Telecom Italia (TI) anunciaron ayer la fusión de ambas compañías de telecomunicaciones para formar el grupo más importante de Europa y el segundo del mundo, después de la japonesa NTT. El volumen de la fusión produce vértigo: la capitalización bursátil conjunta es de 173.000 millones de dólares y la facturación sumará 71.000 millones de dólares. La nueva empresa tendrá 100 millones de clientes, 300.000 empleados y 33 millones de suscripciones a teléfonos móviles. La operación ha estado marcada por las sospechas del Gobierno italiano, preocupado por un peso excesivo de capital alemán en la megaempresa. Al final, la participación alemana será del 56%, y la italiana, del 44%, una relación que permite un consejo equilibrado. No es una fusión al uso. Margina a France Télécom, por más que la compañía francesa tenga un acuerdo de intercambio accionarial con la alemana; Deutsche ha tomado la iniciativa en Europa. El Gobierno alemán tiene todavía una importante participación en DT (el 75%), mientras que el Gobierno italiano controla el 3,4% de TI. Esto constituye una singularidad en las grandes fusiones, ya que la compañía resultante deberá pasar por una privatización que tendrá consecuencias en sus órganos de gobierno.

Todavía hay otra excepcionalidad: el grupo resultante de la fusión será de nacionalidad europea. Al menos eso quieren sus artífices, aunque, por el momento, problemas legales impiden que una empresa tenga una sede europea. De hecho, la formación de empresas europeas, pensadas para mercados de consumidores, de valores y de capitales europeos, es la forma más eficaz de consolidar la Unión Europea y la moneda común como potencias económicas. La presencia de empresas europeas obliga a pensar en órganos de regulación de carácter continental para sectores estratégicos, como el de telecomunicaciones. Sería un error ampliar los mercados potenciales sin dotar a los órganos reguladores de la capacidad de decisión adecuada.

La fusión de Deutsche y TI es una nueva evidencia de que sólo con empresas de gran tamaño se puede competir en un sector con enormes economías de escala e intensivo en capital. Pero tal consideración no es contradictoria con que las autoridades europeas de la competencia evalúen el riesgo que supone para la concurrencia empresarial, e incluso que impongan alguna limitación o cautela antes de aprobar la operación.

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