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UN GIGANTE DE LA TELECOMUNICACIÓN.

Las grandes operadoras advierten a Bruselas sobre los riesgos para la competencia

La integración de Deutsche Telekom y Telecom Italia despierta los primeros recelos entre sus adversarios y actúa ya como revulsivo en el sector. Iain Vallance, presidente de la británica BT, pidió ayer a Bruselas que someta a detenido examen los planes de DT y Telecom Italia antes de aprobarlos. BT, aliada con AT&T (Estados Unidos), está a punto de cerrar la compra del 15% de la tercera operadora japonesa. El director general de Telekom Austria advirtió del choque de intereses de los nuevos socios en aquel país. Telefónica, la quinta europea, no se pronunció.

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El desafío de la competencia mundial

La irrupción de un nuevo gigante de las telecomunicaciones, con 304.000 empleados, 79 millones de líneas instaladas en todo el mundo y más de tres millones de clientes en Internet, va a trastocar, otra vez, el equilibrio de poderes del sector en todo el mundo. Incluida España, donde Telecom Italia ha contraído importantes compromisos de inversión a largo plazo: es el socio tecnológico de Retevisión, con un 21,7% del capital, y de Amena, con el 23%; participa en varias empresas operadoras de cable y adquirió un 30% de la red de cable de fibra óptica de Endesa y Fenosa por más de 100.000 millones de pesetas. La operación pone al descubierto la capacidad de reacción de las otras grandes operadoras europeas y estadounidenses. La del equipo gestor de Telefónica tanto o más que la de France Télécom, aliada en diversos proyectos con Deutsche Telekom, que ahora quedan en el aire.

Nuevos proyectos

El presidente de la compañía española, Juan Villalonga, ya ha anunciado que la empresa ampliará sus alianzas en Estados Unidos. Telefónica es ya una compañía con marcado acento americano -gestiona más líneas al otro lado del Atlántico que en España, y tiene un representante de MCI WorldCom en su consejo de administración-, por lo que sus potenciales aliados en Europa no podrían criticarla por intentar ganar tamaño escorándose un poco más a EEUU. La operadora española rompió sus acuerdos con uno de los primeros proyectos de integración paneuropea en el sector -Unisource- para unirse a BT, a la que dejó posteriormente para aliarse con MCI WorldCom. Todavía están por ver los resultados de unos acuerdos de operación que los analistas consideran ya pasados de moda frente a operaciones de peso, es decir, con compromisos de inversión, fusión y adquisición de acciones de por medio. Por eso, y teniendo en cuenta que la principal ruta española de tráfico telefónico termina en Francia, los analistas tampoco descartan un acercamiento a France Télécom.

La operadora francesa controla Uni2 en España, pero el accionariado de esta última pasa por dificultades tras la creación del BSCH y las incompatibilidades que se crean con su presencia en Uni2 y Retevisión, ahora claramente favorecida por el peso que ha adquirido su socio tecnológico en el mundo.

Divorcio de France Télécom

Los analistas subrayan que los "ataques de cuernos" no se olvidan, por lo que esperan una rápida reacción de France Télécom, unida desde hace tres años a Deutsche Telekom y a Sprint en Global One, un proyecto común para la prestación de servicios a empresas en todo el mundo que pierde 4.500 millones de dólares (4.050 millones de euros) al año. La unión germano-italiana deja en el aire el proyecto de FT con Deutsche Telekom -a las que une un intercambio accionarial del 2,5%- para desarrollar una red europea con 600 millones de dólares (casi 90.000 millones de pesetas) y abre una incógnita sobre el destino del 10% que cada una tiene en Sprint.

La inestabilidad de ese proyecto, similar a la que refleja Unisource, abre nuevas oportunidades a la empresa conjunta que crearon BT y AT&T el año pasado para desarrollar una red mundial. Los anglosajones no han tardado en dar respuesta a las vicisitudes por las que pasan los antiguos monopolios en Europa y ayer se confirmaba en medios empresariales japoneses su deseo de adquirir el 15% de Japan Telecom, la tercera telefónica nipona, con una inversión estimada en 1.426 millones de euros, 237.200 millones de pesetas.

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