Máxima alerta en Washington ante la cumbre aliada del fin de semana
Washington comenzó ayer a vivir en estado de máxima alerta ante la inminencia de la celebración en la ciudad de la cumbre conmemorativa del 50º aniversario de la OTAN. Mientras miles de agentes de paisano o en uniforme tomaban posiciones en el centro de la capital norteamericana, los vecinos fueron informados de que el viernes, día del comienzo de la cumbre, que durará hasta el domingo, cerrarán todos los colegios y las oficinas públicas. Desde el día anterior será imposible circular en coche privado en muchas manzanas alrededor del flamante Ronald Reagan Building, sede del encuentro.
La guerra de Kosovo afecta así por primera vez a los residentes en la capital del país que la lidera. El FBI ha hecho saber que se toma muy en serio las incitaciones a ataques terroristas serbios contra la cumbre recibidas por fax en varias iglesias grecoortodoxas del país, sin olvidar la permanente amenaza del líder islamista Osama Bin Laden. Agentes del FBI y del servicio secreto, el organismo encargado de la protección del presidente norteamericano y sus huéspedes, realizan ya inspecciones de seguridad en los tres aeropuertos de Washington y en todos los hoteles y edificios públicos y privados próximos a la Casa Blanca y al Ronald Reagan Building. Cientos de tiradores de élite toman posiciones en los techos del corazón de Washington.
La cumbre de la OTAN iba a ser una fiesta destinada a subrayar que el siglo XX termina con un liderazgo imperial estadounidense en tiempos de paz y prosperidad. Pero el estallido de la guerra de Kosovo ha llevado a anular muchos de los actos lúdicos y a incrementar la vigilancia hasta niveles cercanos a la paranoia. "No parece demasiado oportuno que nuestros líderes se diviertan mientras los soldados de la OTAN arriesgan sus vidas en Yugoslavia", dice un portavoz de la Casa Blanca.
Menos champaña, más control
Pero, además de este hecho, la guerra ha añadido preocupaciones de seguridad sobre un acto que ya era arriesgado. "Habrá mucho menos champaña y muchos más controles de seguridad", dice Jim Rice, jefe de las unidades antiterroristas del FBI. "La capital parecerá un Estado policial", escribe The Washington Post. La cumbre, en la que Bill Clinton hará de anfitrión de unos 40 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos todos los de la OTAN, estará dominada por las dudas sobre los métodos y objetivos de la última gran guerra del siglo. Pero Clinton insistirá en que EE UU piensa ganarla y pedirá a sus aliados que hagan una piña en torno a su liderazgo.
La reunión en el Ronald Reagan Building será la mayor concentración de líderes extranjeros en Washington desde el entierro del presidente John F. Kennedy, en 1963. "Las decisiones de la cumbre de Washington guiarán la evolución de la Alianza Atlántica en el próximo siglo", dice Javier Solana, secretario general de la organización.
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