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Crítica:ÉTNICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fascinante Bregovic

Desde su presentación en Pirineos Sur el pasado verano se hablaban maravillas: Goran Bregovic y su Banda para Bodas y Funerales acaban de protagonizar ahora otro concierto fascinante. Trece violines, violas y chelos polacos, cuatro voces búlgaras, quince españolas y siete metales cíngaros, en directo. Probablemente a los promotores no les cuadren las cuentas, pero los que hayan tenido la suerte de presenciar este pequeño milagro no van a olvidarlo. Llegaron por el lado más oscuro: Ausencia, entre la morna -Cesaria Evora es quien la canta en el disco de Bregovic- y el tango, expresaba melancolía, y The war (La guerra), tanta belleza como desolación. Aunque fue la salvaje Kalasnjikov la que disparó la adrenalina del público. Nombre ruso sinónimo de muerte. De eso sabe mucho Goran Bregovic: su abuelo luchó en la Primera Guerra Mundial; el padre, en la Segunda, y él se libró de empuñar un arma porque el conflicto de Bosnia-Herzegovina le pilló en París.

Goran Bregovic

Actuación de Goran Bregovic y la Banda para Bodas y Funerales. Goran Bregovic (guitarra, sintetizador y voz), Ognjen Radivojevic (dirección, derbuka, acordeón y voz), Bokan Stankovic (trompeta, flauta y gaita), Dragan Celevski, Zivorad Barjamovic, Goran Odovic, Igor Ilic, Dejan Manigodic y Jovan Maljkovic (metales) + Voces Búlgaras + Orquesta de Cuerda de Polonia + Coro Narog. Palacio de Exposiciones y Congresos. Madrid, 17 de abril.

De madre ortodoxa serbia, padre católico croata, y con novia bosnia musulmana, no era, desde luego, su guerra. Noche de música para películas como Underground o El tiempo de los gitanos: el serbobosnio es a Kusturica lo que Nino Rota fue para Fellini. Con traje de lino blanco y una guitarra desde la que controlaba los sintetizadores, Goran Bregovic y, completamente de negro, su referencia continua sobre el escenario, Ognjen Radivojevic. Y una sugerente empatía entre las sinfónicas cuerdas polacas, la vibrante fanfarria balcánica y las extrañas polifonías búlgaras. un viaje apasionado e incierto, de alegría y sufrimiento, por los Balcanes y el Mediterráneo, a través de la mirada limpia de un músico estimulante.

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