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Tribuna
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El patrón

Clinton y parte de su Gobierno atajaron anteayer cualquier iniciativa diplomática en Kosovo que no entrañe el total doblegamiento de Milosevic a las exigencias "iniciales" de la OTAN. Desdeñando las propuestas alemana y europeas, las ofertas de mediación de Kofi Annan o de Rusia, Washington planea enviar más aviones e intensificar los bombardeos; prolongar la guerra hasta el verano o "hasta lo que sea necesario". Éste es el estilo norteamericano. El mismo modo con el que abordan la delincuencia en su país: mediante la represión más dura y la multiplicación de las penas de muerte. El estilo norteamericano arrasa a quien se le opone. No espera a ser sutil ni a entender las condiciones de su contrario. Ellos enfatizan sin cesar su amor a la patria pero no atienden al patriotismo de los demás, supuestamente de inferior valor y categoría. Creen que pueden domar a quien se propongan con la sola envergadura de su fuerza y sin necesidad de cuidado, imaginación o inteligencia. Mientras los europeos cazan a Pinochet a lazo, sólo con las finuras del derecho, los norteamericanos comandan la OTAN hacia la entera destrucción de un país que ni conocen. Sólo esperan resultados sensibles a partir de la violencia. Sea lentamente, con el estrangulamiento económico, sea con la masacre militar. Son magníficos negociadores cuando se trata de pactos mercantiles pero fracasan en la acción diplomática, donde no sólo cuenta el dinero, sino el entrañamiento, los mitos, las ideas, los altruismos. Más aviones, más bombas, más toneladas de arsenal técnico. Todo eso y sin cesar se encuentra al alcance de la cooperación norteamericana pero son pésimos estrategas, torpes internacionalistas y malos soldados, reincidentes en disparar fuera del blanco. Europa nunca resolverá sus viejas complicaciones bajo el modelo de este rudo patrón.

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