El libro

JOSÉ MANUEL ALONSO 23 de abril, Día del Libro. Un año más celebraremos la próspera vida de este medio impreso a pesar de que hace unos años surgieron teorías agoreras respecto a su futuro. La continuidad y vigor del libro es la constatación de una realidad que delatan los números y las estadísticas. De esta pujanza se hizo eco la Unesco, expresando que "el libro tiene hoy mayor importancia como vehículo de conocimiento entre generaciones y es piedra angular de la vida intelectual y afectiva". En efecto, el libro y la lectura suponen un enriquecimiento moral, intelectual, científico y estético, así como la adquisición de conocimientos que capacitan para "manejarnos en la vida". Sin embargo, además de ser útil, la lectura produce gusto, es placentera. El deseo de leer no es innato, debe adquirirse, pero cuando se tiene ese don, la atracción por la lectura se convierte en algo ubérrimo, íntimo, personalísimo; y el goce con los libros supone una evasión y uno de los mayores placeres del ser humano. Lo que nos hace falta es, en palabras de Proust, "la intervención que procediendo de otro se produzca en nuestro interior; un estímulo desde otra mente pero recibido en soledad; la llave mágica que abre en nuestro interior la puerta de estancias a las que no hubiéramos sabido llegar solos". El libro se constituye así en un bien generado industrialmente pero que transmite contenidos y formas que son parte de los sistemas de ideas y valores de la sociedad. Por eso, los profesionales vienen demandando un tratamiento especial, y así lo reconoció el Parlamento Europeo, en una resolución en la que recordaba la no aplicación de criterios generales "por la naturaleza específica de los libros como productos que afectan directamente a los intereses del ciudadano en las áreas cultural, educativa y de información". Yo añadiría que la lectura constituye la más noble de las distracciones, ya que proporciona los "buenos modales" de la inteligencia, en palabras que son también de Proust. Por tanto, el libro sigue jugando un papel principal y por eso celebraremos su fiesta. ¡Viva el libro!