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Séguin deja la presidencia gaullista y retira su candidatura a las europeas

La noticia que convulsionó ayer las sedes de los centros de poder franceses no provenía de Belgrado, sino de París, de la sede del RPR (Unión por la República), la principal fuerza de la oposición. Philippe Séguin, el presidente del partido gaullista, el hombre que hace 21 meses cargó sobre sus espaldas la tarea titánica de renovar a una derecha aparentemente fascinada por la autodestrucción, dimitía de su cargo y abandonaba la candidatura electoral europea que él mismo encabezaba para los comicios del 13 de junio.

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Harto de las maniobras, infidelidades y pequeñas traiciones, frustrado en su intento de hacer del RPR algo más que una maquinaria al servicio y mayor gloria del presidente de la República, Jacques Chirac, líder natural de la derecha, Séguin comunicó al mundo su dimisión a través de una vía nada reglamentaria, tan irreversible y fulminante como un fax dirigido a una agencia de noticias. En las filas de la derecha, el escrito, de apenas un folio, produjo un efecto doblemente devastador, ya que a la dimisión en sí, que desarbola al RPR en el momento de despegue de la campaña electoral, hay que añadir el resentimiento hacia su correligionario Jacques Chirac que rezuman algunos párrafos. "Es toda una declaración de guerra", comentó Georges Sarre, presidente del Movimiento de Ciudadanos (MDC), integrado en la coalición gubernamental. A tenor de lo que el mismo Séguin escribe, el detonante de su decisión son las declaraciones en las que Bernard Pons -presidente de la denominada Asociación de Amigos de Jacques Chirac y altavoz, apenas disimulado, del actual ocupante del Elíseo-, viene a decir que votar por las distintas candidaturas de la derecha, la de Pasqua-Villiers y la de Séguin-Madelin, "marca la misma voluntad de adherirse a la mayoría presidencial". El hasta ayer máximo responsable del RPR, reprocha igualmente a Chirac haber recibido en el Elíseo a François Bayrou, el máximo dirigente de la UDF (Unión para la Democracia Francesa), el otro disidente de la derecha que se ha negado a participar en la lista común.

En su escrito de dimisión, Philippe Séguin no ahorra las alusiones a los "errores pasados" (la decisión de Chirac de anticipar las elecciones que llevaron a la izquierda al Gobierno) ni la acusación soterrada, dirigida igualmente contra el presidente de la República, de mantenerse en "una cómoda cohabitación" con el Gobierno socialista. Aunque no sea muy explícito al respecto, el texto ilustra la sensación de Philippe Séguin de que el presidente de la República ha ido "vaciándole el agua de la piscina" del RPR, minando su autoridad dentro y fuera del partido, a medida de que el jefe de Estado remontaba su cuota de popularidad y se confirmaba como la única esperanza blanca de una derecha confusa y deshecha que no sabe cómo puede batir al Ejecutivo de coalición del socialista Lionel Jospin. La prueba de que el presidente del RPR tomó su decisión sin encomendarse previamente a Jacques Chirac, la aportó el propio Elíseo en unas declaraciones oficiosas en las que el presidente dice sentirse "muy sorprendido", y "entristecido" habida cuenta de "la estima y la amistad que profesa a Philippe Séguin". Con el paso de las horas, el estupor y el vértigo iniciales dieron paso entre los dirigentes del RPR a una reacción encaminada voluntariosamente a taponar la inmensa brecha abierta en la credibilidad del primer partido de la oposición. A la espera de las decisiones que debía adoptar el comité ejecutivo del partido reunido anoche con carácter de emergencia, varios dirigentes, entre ellos, el secretario general ahora presidente interino, Nicolas Sarkozy, y Jean-Louis Debré, presidente del grupo parlamentario, invocaron al unísono la necesidad de hacer virtud de la necesidad y tratar de recomponer las pasadas alianzas para crear una "gran candidatura unitaria de la oposición". Vistas las divisiones, las enormes contradicciones internas que sigue suscitando la cuestión europea, la tarea se presenta verdaderamente difícil, salvo que los diferentes alternativas de la derecha francesa renuncien a sus postulados en el terreno europeo y se limiten a desempeñar el papel aséptico de meros "componentes de la mayoría presidencial".

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