La ampliación del Museo Picasso convierte la planta baja en un amplio espacio público
El millón de personas que visitan anualmente el Museo Picasso de Barcelona dispondrán a partir del otoño de un gran espacio público en la planta baja que conectará la entrada principal, en la calle de Montcada, con el jardín posterior, que desemboca en la nueva plaza de Jaume Sabartés. La ampliación del museo, cuya primera fase se inaugurará el 25 de octubre con una exposición de los paisajes de Picasso, ha requerido la compleja unión interna de cinco antiguos palacios, dos de los cuales se han rehabilitado totalmente para transformarlos en salas de exposiciones temporales.
Desde su creación en los años sesenta, el Museo Picasso ha tenido distintas ampliaciones en las que siempre se ha añadido un nuevo palacio colindante. Primero fue el Berenguer de Aguilar, después el Baró de Castellet y, ya en 1982, el palacio Meca. Este último, propiedad de la Fundación La Caixa, se ocupó sólo en las plantas superiores ya que en la planta baja hasta hace pocos meses había un hogar de ancianos. Los casi 1.000 metros cuadrados de este local y los cerca de 2.500 de los otros dos palacios contiguos, el Mauri y el Finestres, forman el núcleo de la actual ampliación, que permitirá que en el futuro el museo tenga una superficie construida de 10.628 metros cuadrados. La reforma del Picasso, largamente aplazada, tiene dos ejes principales. Por una parte, supone una intervención en un barrio de tortuoso trazado medieval, ya que esta ampliación permite abrir en la parte posterior un jardín que esponja la zona y crea una entrada alternativa al museo desde el sector del Born. Por la otra, el objetivo principal es racionalizar el actual recorrido laberíntico de la colección permanente, disponer de nuevas y mejores salas de exposiciones temporales, mejorar la zona de administración y almacén, y dedicar prácticamente toda la planta baja a espacio público -es decir, no hay que pagar entrada de acceso- con una amplia oferta de cafetería, tienda, recepción, salón de actos con capacidad para 300 personas, jardín, patios interiores y diversas salas de exposiciones de pequeño formato relacionadas con la historia y las colecciones del museo. Calle interior Jordi Garcés, arquitecto que empezó a trabajar en la reforma del Picasso hace 20 años, destaca como elemento principal de su intervención en el museo el pasillo de 90 metros que atraviesa los cinco palacios y se repite en las distintas plantas. Este pasillo de comunicación, de trazado irregular en función del edificio, sirve también para distribuir las salas de exposición, y en la planta baja se verá cortado por otro eje perpendicular, una calle interior cubierta, que conecta la calle de Montcada con el jardín atravesando el espacio que actualmente ocupa la cafetería. En esta primera fase, en la que el Ayuntamiento de Barcelona ha invertido unos 600 millones de pesetas, se han rehabilitado los palacios Mauri y Finestres. De estos edificios, que en su interior estaban prácticamente en ruinas desde hacía varias décadas, se ha mantenido la fachada y la estructura básica. Garcés afirma que se ha recuperado también la forma del patio central original que las sucesivas reformas habían ido esquilmando. De hecho, se trata de un nuevo edificio construido en el interior del antiguo, lo que ha permitido dar gran amplitud y altura a las salas. En las que dan a la parte posterior, el arquitecto se ha permitido un guiño que quiebra ligeramente el muro rectilíneo. Tanto en los muros que dan a la parte posterior como en las dos grandes escaleras internas de comunicación entre pisos, Garcés mantiene el hormigón visto para destacar la separación entre la obra vieja y la nueva. Las fachadas de la calle de Montcada mantendrán el aspecto anterior y sólo se ha intervenido parcialmente en los balcones; su acceso desde el interior ha quedado reducido a la mitad para ganar más espacio de pared, y en el exterior los balcones se han tapiado parcialmente con paneles de madera. El pavimento es de mármol blanco y las paredes de las salas estarán enyesadas y pintadas de ese mismo color para conseguir un espacio luminoso y neutro, apto para acoger todo tipo de obras. La ampliación estará acabada en julio, pero no se inaugurará hasta el 25 de octubre, y se hará con una gran exposición dedicada a los paisajes de exteriores y de interiores de Picasso que contará con piezas procedentes de varios museos y colecciones. Faltará después una segunda parte en la que se reestructurará de forma radical la presentación de la colección permanente, lo que afectará a los otros tres palacios. El proyecto sitúa los servicios y almacenes en la segunda planta y toda la colección en la primera, ocupando también las actuales salas de exposiciones temporales, que hasta que se inicie esta última fase se destinarán a almacén y servicios de administración.
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