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EXCURSIONES SIERRA ALHAMILLA

El pulmón del desierto

Cuentan que Almería era un vergel de encinas no hace más de 200 años. La Sierra de Gádor fue hasta 1830 uno de los bosques más frondosos. En tan sólo 15 años de actividad minera -cuando se convirtió en la cantera más potente del mundo en extracción de plomo- se esquilmaron hectáreas arbóreas formadas durante milenios. "El famoso desierto forestal de Almería es algo relativamente nuevo, entre 1830 y 1848. El combustible para el transporte del mineral se obtenía destruyendo bosques", aclara el historiador Antonio Fernández Sáez, autor del libro Los baños de Sierra Alhamilla. Sus palabras podrían quedarse en meras conjeturas sin la existencia de un oasis que, como reducto vegetal envuelto entre los ocres del desierto, confirma el manto verde del pasado y hace posible imaginar la realidad almeriense dos siglos atrás. Sierra Alhamilla es testigo ecológico del esplendor de antaño. Con una superficie de 8.500 hectáreas, pertenecientes a los municipios de Lucainena de las Torres, Tabernas, Almería, Rioja y Pechina, es una suerte de "cabecera" de contrastes. Desde sus lomas se avistan el paisaje del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, tres macizos montañosos (Sierra Nevada, Sierra Filabres y la sierra de Gádor), la inmensidad desértica y los cultivos del valle del Andarax, que se pierden hasta confluir con la ciudad y el mar. Este paraje natural -declarado en 1989- constituye hoy un insólito enclave por albergar una concentración de encinas tan intensa en la zona más árida de Europa. El relieve accidentado y unos 1.300 metros de altitud -campo de atracción de brumas y nubes que camuflan el entorno- han hecho posible el milagro de su permanencia. Y es que la pequeña cordillera, a tan sólo 15 kilómetros de la capital, fue centro neurálgico de la actividad minera cuando Almería ejercía de mero astillero y Pechina presumía de capitalidad. Las extracciones de hierro que sufrió, junto con las de plomo de sierras colindantes, esbozaron senderos y caminos -semiperdidos ahora- por el que llegaron a discurrir hasta 40.000 restas de mulas. "Estas veredas iban trazadas hasta Adra, donde se cargaban barcos destinados a Estados Unidos, que necesitaba el mineral para la industria militar", apunta Antonio Fernández. Las rutas, unidas a impresionantes ramblas, sirven de pistas deportivas para bicicletas de montaña, senderismo, vuelo en parapente o improvisados escenarios para grabaciones publicitarias. Una propuesta para recorrer los puntos más emblemáticos del lugar, en menos de diez horas, podría partir desde Turrillas hacia el Sur hasta coronar la Loma del Perro. De allí, hacia el Oeste, no se tarda en encontrar el pico Colativí (1.387 metros). Sin abandonar el hilo de la sierra de Filabres no es difícil percatarse de especies como el gavilán, el cernícalo, el aguilucho cenizo o el buitre leonado. Anfibios, reptiles y mamíferos completan el abanico faunístico, con zorros y jabalíes como reyes de la sierra. Al proseguir la excursión se alcanza el pico El Puntal, desde donde se contempla el vasto desierto de Tabernas. La siguiente parada se presenta en el valle hacia los Baños de Sierra Alhamilla, el balneario especializado en curas hidrotermales, respiratorias y de ingestión. Los chorros que emergen en ese punto a 58 ºC son transportadas por el subsuelo, entre fallas de la Alpujarra, hasta hacer brotar el oasis de palmeras, encinas, pinares, tomillo y jara. Hoy, la amenaza para la masa forestal embutida en tierra yerma es el inminente avance el desierto, favorecido por el abandono de cultivos. Pero mientras la pugna entre el ocre y el verde prosiga, el encanto de la sierra atraerá a urbanitas ávidos de pureza visual y sonora, sin olvidar la atracción gastronómica de las tabernas que ofrecen caracoles, migas o paella, a pocos minutos de la ciudad. Datos de interés Desde Almería se accede por la N-340 hasta Benahadux, donde se toma el desvío a Pechina y, por último, la carretera de Los Baños. Más información: 950 25 53 78.

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