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La Guardia Civil separa del servicio al brigada que mató de un disparo a una joven en Sevilla

Ayer enterraron en Sevilla a Miriam Gómez Cuadrado. No tenía antecedentes penales. Sólo 21 años y "una sonrisa muy linda, como para modelo", según su abuela Magdalena. La mató el sábado el disparo de un guardia civil, el brigada Pedro Jiménez Menchén, al tratar de evitar que el coche en el que viajaba, un Renault 9 conducido por su novio, Beltrán Sánchez Pérez, de 20 años, escapara de un control de alcoholemia. Eran las cinco de la mañana, y volvían juntos de bailar en una discoteca. Ella ahora está muerta, y él, en libertad sin fianza; el brigada, apartado del servicio. La oposición -PSOE e IU- exigió ayer al ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, que explique en el Congreso una tragedia tan inexplicable.

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La juez ya sabe que sólo hizo falta un disparo para matar a Miriam. Que sólo una bala, blindada, del calibre 9 parabellum, fue suficiente para atravesar la puerta trasera izquierda del coche y encontrarle el corazón, después de traspasarle el brazo y el pulmón izquierdos. Ahora se plantea una pregunta más difícil: ¿es lógico que la Guardia Civil dispare contra una pareja de jóvenes que intenta saltarse un control de alcoholemia?La Dirección General de la Guardia Civil, quizá involuntariamente, adelantó ayer una respuesta. Desveló públicamente y contra lo que suele ser su costumbre el nombre y el cargo del agente que disparó -Pedro Jiménez Menchén, de 46 años, jefe del destacamento de Tráfico de Dos Hermanas (Sevilla)- y anunció que lo separaba "cautelarmente de sus funciones". Dejó al brigada solo ante su responsabilidad. "Está destrozado", dijo ayer su mujer entre sollozos, "se mantiene en pie a fuerza de tranquilizantes; qué mala suerte, qué pesadilla, con lo buen guardia civil que es, 25 años de servicio y tantas felicitaciones".

En la otra acera de la tragedia, los familiares de Miriam pidieron que "si tiene que ir a la cárcel, que vaya". Y siguieron, tras el entierro, dándole vueltas a la cabeza, tratando de imaginarse qué pasó en el cuarto de hora maldito, entre las cinco y las cinco y cuarto de la madrugada del sábado en el kilómetro 553 de la N-IV, autopista Sevilla-Cádiz.

Un barrio de trabajadores

La pareja regresaba a Bellavista, una barriada sevillana de gente trabajadora, después de bailar en la discoteca Miopía de Dos Hermanas. Un control de la Guardia Civil, formado por cinco agentes y tres vehículos, le dio el alto. Beltrán, que hace tres años fue sorprendido en otro control con unos gramos de hachís, decidió no parar; ni tenía carnet de conducir ni seguro del coche; así que aceleró. El brigada Jiménez y otro guardia se metieron rápidamente en un coche patrulla. Según fuentes de la investigación, Beltrán realizó un giro brusco y se metió por el carril de servicio; sus perseguidores debieron de conformarse con seguirlos desde la autovía, ponerse a su altura. El suboficial sacó su pistola y apuntó "sólo con ánimo intimidatorio" -versión oficial de la Guardia Civil-, pero del arma salió un disparo. Ya con su novia herida, Beltrán se adentró por el barrio de Bellavista y se metió en un garaje tras forzar la puerta. Allí lo encontró la Guardia Civil, intentando esconderse, muy cerca de su novia agonizante.El cuerpo sin vida de Miriam estuvo siete horas sobre la mesa de autopsias. Una pareja de forenses certificó sin lugar a dudas la extraña trayectoria de la única bala. Tras agujerear la chapa y el respaldo de los asientos, el blindaje se rompió, convirtiéndose en metralla y provocando la impresión inicial de que el cuerpo había sido alcanzado por más de un disparo. El proyectil atravesó el brazo, el pulmón y ya desde el corazón bajó por la vena cava hasta alojarse en la pelvis. Ingresó cadáver, desangrada, en el hospital. Porque su novio se saltó un control.

Miriam Gómez nunca había dado un disgusto en casa. "Salía los fines de semana como hacen todos los jóvenes. Tenía 21 años. Con esa edad ya es una mujer y no se les puede amarrar en ningún sitio", recuerda su tío Miguel Bohórquez. "Salía con Beltrán hace meses. No es que fueran novios. Eran amigos, como se dice hoy", explicó antes de anunciar: "Llegaremos hasta el final. Su padre ya lo ha dicho, hasta donde haga falta".

Anoche, la juez de instrucción dejó a Beltrán en libertad sin fianza. A la puerta del juzgado, el fiscal comentó: "Creo que aún no sabe que su novia ha muerto".

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