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Interior no adapta el control de las carreteras al aumento del tráfico

El incremento de los accidentes coincide con la rebaja de la presión sobre los conductores

La mayor preocupación de la opinión pública antes de Semana Santa era conocer con anticipación el estado del tiempo. Fue bueno. Pero a la vuelta se desató la alarma al conocer que 170 personas de las que salieron de vacaciones habían fallecido en la carretera, un 60% más que en 1998. Los expertos atribuyen ese incremento a un relajo de la presión sobre los conductores. Las autovías han sumado 2.000 kilómetros nuevos a vigilar por una plantilla de agentes de tráfico que no ha visto aumentar sus efectivos en los últimos años.

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La primera explicación para el exceso de siniestralidad ha sido que el buen tiempo animó a los conductores a utilizar el automóvil más de lo previsto en sus desplazamientos cortos. El catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, Luis Montoro, cree que, dado el escaso margen de tiempo disponible, los conductores improvisan viajes en territorios que no dominan, sin mentalizarse, sin prepararse psicológicamente. Cuando inician un largo recorrido en las vacaciones de verano revisan el coche y se preparan para abordar un trayecto prolongado. Ahora, no. Un cielo despejado después de una comida invita a una pequeña excursión improvisada. Y cuando la sensación de riesgo disminuye, cualquier despiste se convierte en una salida de la carretera o en un alcance de consecuencias mortales.De los datos recopilados por la Dirección General de Tráfico, la distracción del conductor ocupa el primer lugar de las causas que han desencadenado accidentes mortales en la pasada Semana Santa: 41 casos entre 138, con un incremento del 8% en relación a la siniestralidad del mismo periodo hace un año.

Junto a esta circunstancia, los responsables de Tráfico echan mano de otro dato estadístico para justificar tantas muertes: el aumento del parque automovilístico. Esta misma semana todos los periódicos económicos destacaban el espectacular aumento de las ventas en el mes de marzo. Tráfico ha matriculado durante el mes de marzo 184.304 nuevos vehículos, un 23,1% más que el mismo mes del año pasado. Y van 442.568 registrados durante el primer trimestre, una cifra récord cuya mayor aportación encabezan por orden decreciente las provincias de Madrid, Barcelona, Baleares, Alicante, Málaga, Valencia y Sevilla.

Al director general de Tráfico, Carlos Muñoz-Repiso, le salen inmediatamente las cuentas. A más vehículos circulando, más accidentes.

Pero esa regla simple no siempre es cierta. En todos los países del entorno español, el parque automovilístico aumenta y no por ello crecen en la misma proporción los accidentes mortales de carretera, como ya ocurrió en España hasta 1996.

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La explicación más verosímil la aporta de nuevo Luis Montoro, especialista en comportamiento de los conductores. Dice Montoro que la quiebra en la tendencia alcista de la siniestralidad se produjo a partir del año 1989 hasta el año 1995 "gracias a una batería de medidas de choque muy fuertes", como las campañas duras de publicidad en televisión, el Reglamento de Circulación, el endurecimiento de las sanciones, el incremento del número de agentes de Tráfico, la incorporación de nuevos sistemas de control, como los radares móviles, y el plan Renove, que facilitó la sustitución de viejos vehículos por otros nuevos mucho más seguros.

De esta manera, los españoles fallecidos en accidentes de tráfico bajaron de 7.188 en 1989 a 5.483 en 1996. Pero al año siguiente comenzó el repunte alcista (5.604) y continuó el año pasado con un incremento del 6,2% sólo en carretera. Los datos de Semana Santa consagran esa tendencia para este año, último del milenio.

Desde la entrada del PP, Tráfico se ha volcado en la educación vial dentro de la esfera escolar y en aglutinar iniciativas docentes para el año en curso, declarado Año Europeo de la Educación Vial. Sin embargo, los accidentes mortales en carretera y zonas urbanas no cesan de aumentar.

En este periodo, la red de carreteras con doble calzada -autopistas y autovías- ha incorporado más de 2.000 kilómetros nuevos, mientras la plantilla de vigilancia para toda la red se ha mantenido sin variación. "Con el agravante de que cuando las carreteras eran de una calzada sencilla, con una pareja de agentes de tráfico vigilabas las dos direcciones; ahora sólo controlas a los que circulan en uno de los dos sentidos", dice un portavoz de Tráfico.

Esta caída de la vigilancia es decisiva en la seguridad de las carreteras. En uno de los estudios realizados por Montoro se concluye que los conductores españoles recuperan puntas de agudeza en la percepción del riesgo cuando observan la presencia de los agentes de tráfico. Aumentan los vehículos (21 millones), aumentan los kilómetros de carreteras, pero disminuyen en la misma proporción los agentes. No ha variado su plantilla (unos 8.000) desde hace más de un par de años.

De los 21.772 vehículos que se controlaron con radares móviles en 1979 se redujeron a 15.584 en 1997 y las denuncias por infracciones al Reglamento de la Circulación han pasado de 3.217 en 1979 a 2.367 en 1997, según los últimos datos disponibles.

"Se ha bajado la guardia y se ha relajado la vigilancia, sobre todo en las zonas urbanas", afirma Montoro, quien advierte de que el incremento del tráfico en las grandes ciudades no se ha visto acompañado de un control policial municipal parejo. Según este especialista, los accidentes de ciclomotores crecieron un 11% en 1998, hecho que coloca a los futuros conductores en un espacio cultural donde no existe la percepción del riesgo: "Eso es muy grave porque los jóvenes piensan que a ellos no les va a ocurrir un accidente, son exhibicionistas y sobrevaloran su capacidad de conducir".

En este contexto de alta siniestralidad, los datos de Semana Santa, según Montoro, responden a un fenómeno coyuntural, agravado por una mayor ocupación de los vehículos y el aumento del tráfico en las carreteras de segundo orden, las menos seguras.

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