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Una residencia más personal

Un geriátrico de Carabanchel recibe el premio regional a la calidad en los servicios públicos

Hace un lustro, la residencia de ancianos de Carabanchel, de la Comunidad de Madrid, era un vetusto edificio que pedía a gritos una rehabilitación. La reforma llegó y, ahora, tres años después, este centro ha recibido el premio que el Gobierno regional otorga a aquellos servicios de su competencia que se distinguen por la calidad de su trabajo.En esta residencia luminosa, alegre y rodeada de jardines no quedan ya vestigios de aquel hospital de beneficencia que albergó antaño. Pero lo que se ha premiado no ha sido el diseño arquitectónico de este edificio ubicado en la finca de Vista Alegre, en General Ricardos, 177 (Carabanchel), sino la labor diaria de sus 78 empleados, desde la dirección a los pinches de cocina.

Amparo Tessio de Costamagna, directora de esta residencia desde su reapertura, una vez reformada, en 1996, explica que el objetivo de todo el equipo es tener siempre en cuenta la opinión de los 77 ancianos que viven en ella y de sus familias. "Es un sistema trabajoso porque implica estar en contacto permanente, pero garantiza que el servicio se ajuste más a los deseos y necesidades de sus usuarios", añade.

El jurado del premio, formado por el presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, y cuatro expertos en control de calidad han tenido en cuenta la satisfacción expresada por los internos de la residencia y sus familias en las encuestas que se les plantearon sobre la atención recibida. Todos los servicios (médico, atención social, rehabilitación, comedor...) recibieron unas valoraciones buenas o muy buenas. La misma consideración recibió el trato recibido por los usuarios.

Para la concesión del premio también se han tenido en cuenta las mejoras introducidas en la residencia. Por ejemplo, el plan de comidas, que personaliza los menús, o el programa de prevención de caídas. Este último pretendía descubrir las principales causas de los accidentes de los ancianos para evitarlos, ya que pueden tener graves consecuencias.

Las conclusiones fueron que el 80% de las caídas se producen durante la noche y dentro de la habitación del mayor.Se vio, asismismo, que el 72% de los residentes que sufren caídas múltiples tienen problemas de visión. De ahí que se decidiese mejorar la vigilancia nocturna y también los sistemas de iluminación y de señalización en zonas comunes.

Otras novedades han sido la reducción en el plazo de entrega de la ropa en el servicio de lavandería, que ha pasado de 48 a 24 horas, y las medidas correctoras en el sistema de climatización del edificio, que ha supuesto un ahorro del 34% en la factura del gasóleo.

Asimismo se decidió iniciar una serie de acciones para propiciar las visitas de los familiares de los ancianos, entre las que destacan las comidas de cumpleaños. En las onomásticas de los mayores, sus parientes pueden acudir a comer con ellos. La medida fue muy bien acogida, pero Tessio considera que debían de ser más los familiares que participasen en esas fiestas. "Hay un grupo numeroso de familiares muy involucrados en el centro, pero existe otro sector de ancianos que reciben pocas visitas", afirma.

Precisamente, para alegrar la vida de aquellos que están más sólos la residencia ha iniciado un plan de acompañamento con voluntarios de asociaciones de la zona.

La mayor parte de los 77 mayores de la residencia no pueden valerse por sí mismos. Su edad media es muy alta, 82 años. Entre ellos hay incluso varios nonagenarios.

Esta residencia, situada en un complejo de edificios públicos donde existen otros dos geriátricos regionales, fue construida en la posguerra. Durante un tiempo se utilizó como hospital de beneficencia y en 1985 fue transferida por el Instituto Nacional de Asuntos Sociales (INAS) a la Comunidad.

En 1990, el Gobierno regional, entonces del PSOE, diseñó un proyecto para la reforma de este anticuado bloque, pero no inició las obras hasta cuatro años después. La reapertura se produjo con el PP ya en el Ejecutivo autónomo.

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