Volver, siempre volver
200 solicitantes de asilo puedieron regresar a sus países de origen a través de programas de ayuda al retorno
Sergiy nunca tuvo muy claro vivir en España. Hace cinco meses, este ingeniero mecánico llegó a Madrid desde su Ucrania natal con un visado de turista y huyendo del acoso al que le sometía la policía de su país por su militancia en un partido anticomunista. Solicitó el asilo político, pero se lo ha pensado mejor y quiere volver a casa. Su decisión no es fruto de un capricho. Pensó en regresar al enterarse de que su hijo de nueve años ha tenido que ser hospitalizado, muy enfermo, a miles de kilómetros. Pero, además, sus compañeros del partido en el que milita le han garantizado que puede retornar sin riesgo. El recuerdo de estos cinco meses pasados en la calle, en el albergue para inmigrantes de Cruz Roja y en un piso compartido con moldavos, es bastante duro. Pero el retorno tampoco se presenta fácil con el niño enfermo y su mujer sin trabajo.Cada año, centenares de extranjeros como Sergiy deciden regresar a su tierra. A veces se trata de personas que han obtenido la condición de asilados políticos en España, pero que deciden emprender el viaje de retorno al cambiar la situación que forzó su partida o por alguna incidencia familiar grave. Otras veces son solicitantes de asilo a los que el Gobierno español les niega esa condición de refugiados por considerar que no son víctimas de una persecución.
A todos ellos van dirigidos los programas de repatriación voluntaria que gestionan el Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR), Cruz Roja, el Comité Internacional de Rescate (CIR), la Asociación Comisión Católica Española de Migración y la Fundación CIPIE con subvenciones del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
La mayoría de estas entidades trabajan sólo con asilados y solicitantes de asilo, aunque también hay alguna, como Cruz Roja, que también ayuda a la repatriación de inmigrantes llegados a España en busca de un mejor futuro económico y no por persecuciones políticas o étnicas.
En 1998 fueron cerca de 200 los extranjeros que retornaron a su país con la ayuda de estos programas: 76 con Cruz Roja, 42 con CEAR, 30 con la Comisión Católica, y el resto, con CIPIE y CIR. Más de la mitad residían en Madrid antes de emprender el camino de regreso.
Estos programas, dirigidos a personas de pocos recursos, consisten sobre todo en el pago del viaje de vuelta (billete y dinero de bolsillo para la manutención durante el trayecto). Pero, además, las ONG evalúan cada caso para garantizar que el retorno se produce sin riesgos y ayudan a tramitar toda la documentación necesaria para atravesar fronteras (pasaporte, células de viaje, permisos de paso...)
El único programa que prevé también ayudas económicas durante los primeros meses de la nueva vida del retornado en su país es el que gestiona la Comisión Católica para Colombia, con fondos europeos. La Organización Internacional de Migraciones, una entidad independiente, no subvenciona viajes, pero consigue billetes de avión más baratos en los vuelos intercontinentales de retorno. Carlos Camarero, responsable de relaciones institucionales en la Subdirección de Migraciones del Inserso, explica que estos proyectos de repatriación voluntaria no tienen nunca una demanda excesiva. "La mayoría de los inmigrantes y asilados lo que desean es quedarse", asegura. "Sólo optan por el retorno personas en situaciones muy específicas y grupos de países en los que se han producido cambios, como, por ejemplo, los bosnios con los acuerdos de Dayton", concluye.
Además de los bosnios, se han dado muchos casos de retorno de armenios, georgianos, peruanos y colombianos. Entre los últimos retornados a través de estos programas hay un alto porcentaje de rumanos, muchos de ellos de etnia gitana, como los que ahora viven en el campamento de Malmea (Fuencarral).
Suele tratarse de solicitantes de asilo cuya petición ni siquiera es admitida a trámite. Acostumbrados a la vida nómada, van atravesando diversos países europeos. Cuando deciden retornar a su país de origen, a menudo lo hacen en coche. Las ONG encargadas de los programas de la vuelta se vuelcan en facilitarles documentos que les permitan ir cruzando las fronteras sin problemas.
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