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La Guardia Civil disparó 8.000 armas hasta descubrir la que mató al taxista

Una de las mayores investigaciones balísticas emprendidas por la Guardia Civil en la región permitió descubrir al agente que supuestamente mató el pasado 13 de febrero al taxista Rafael Martínez Bernabéu, de 52 años, en Paracuellos de Jarama. Los agentes habían encontrado en el lugar del crimen un casquillo de una pistola reglamentaria (Astra, de 9 milímetros Parabellum). Con esta pista dispararon 8.000 de las 12.000 armas oficiales de la Guardia Civil en Madrid. El objetivo era hallar un casquillo percutido igual al descubierto en Paracuellos, dentro del coche de la víctima.Cien agentes participaron en esta investigación: recorrieron los cuarteles de la región y abrieron fuego con las armas reglamentarias de los guardias. La resolución del caso llegó la semana pasada, cuando le tocó el turno a la Unidad de Seguridad del aeropuerto de Barajas. Al disparar el arma del guardia civil Guillermo I. L., de 22 años, los investigadores, siempre según fuentes cercanas al caso, dieron con el casquillo buscado. A esta prueba se sumó el hallazgo, en el bolsillo de la camisa ensangrentada del taxista, de las huellas dactilares de Guillermo.

Paralelamente, los agentes llevaron a cabo un detallado análisis de la delincuencia común en Paracuellos de Jarama y descubrieron que en un chalé de la zona había vivido un joven con varios antecedentes por robo, José Ramón I. L. Este sospechoso era hermano gemelo del guardia civil. Ambos residían ahora en Vicálvaro. Las distintas líneas de investigación encajaron y el pasado martes fueron detenidos el guardia civil y su hermano.

Los dos detenidos no han negado las acusaciones en sus primeras declaraciones ante la Guardia Civil. "Prácticamente han reconocido que participaron en el hecho que se le imputa", señalaron fuentes cercanas al caso.

El titular del Juzgado número 2 de Instrucción de Torrejón de Ardoz, que ha decretado el secreto de sumario, tomará hoy declaración a los dos acusados del crimen.

El guardia civil detenido había sido arrestado tres veces por incumplimiento de sus obligaciones y se le habían abierto diligencias por amenazar por escrito a su capitán. Su hermano, con antecedentes por falsificación de documento público y robo con fuerza en domicilios, vivía de trabajos eventuales.

El detenido se identificó como guardia para lograr que la víctima bajara la mampara de seguridad

Las investigaciones apuntan a que Guillermo I. L. había consumido mucho alcohol en la noche del crimen. Los agentes que trabajaban con el detenido en el aeropuerto de Barajas reconocen que bebía con frecuencia.as pesquisas indican también que Guillermo fue el autor material del disparo que mató a Rafael Martínez y que su hermano no se hallaba cerca en el momento del crimen. Según las primeras conclusiones, Guillermo, que subió al taxi cerca de Vicálvaro (el taxímetro marcaba 2.700 pesetas), se identificó como guardia civil, hecho que llevó a Rafael Martínez a bajar la mampara de seguridad.

Los compañeros del guardia civil, adscrito a la Unidad de Seguridad Ciudadana del aeropuerto de Barajas desde el verano de 1997, explicaron que no habían notado nada sospechoso en la conducta del acusado. Ninguno recordaba si trabajó el mismo fin de semana del homicidio y la mayoría estaba perpleja por la detención de su compañero. No obstante, sabían que se trataba de una persona conflictiva por sus reiteradas faltas en el trabajo.

"Todavía no lo puedo creer. He coincidido varias veces con él y nunca le he notado nada. Había sido arrestado por desobediencia, pero nunca pude imaginar que podría hacer algo así", dijo un compañero. Otro aseguró que el detenido "llevaba muy poco tiempo en el cuerpo, pero que ya se había metido en jaleos". "De todos modos, nunca percibí que fuese violento o agresivo", añadió.

Sólo un guardia civil defendió ayer por completo a Guillermo: "No conozco al detalle lo ocurrido, pero no se le puede juzgar de antemano cuando no hay pruebas claras. No creo que fuese él; a lo mejor está implicado de alguna forma, pero me resisto a pensar que al final él apretase el gatillo por robar 20.000 pesetas a un taxista. Tampoco me creo eso de que tuviese deudas. Sólo es cierto lo de que le gustaba la juerga. A lo mejor ha sido otro y se le está cargando a él con el muerto".

"Era un tío muy normal. Le gustaba presumir y ser el centro de atención, pero no creo que se atreviera a matar a una persona", señaló otro agente de Barajas, informa El historial de Guillermo consta de tres arrestos por desobediencia y una acusación por un supuesto delito de coacciones a un superior que se originó cuando el guardia mandó una carta amenazante a un capitán. El agente no firmó la nota, pero sus compañeros descubrieron que él había sido el autor.

Este caso, ocurrido hace apenas dos meses, iba a dirimirse próximamente en la jurisdicción militar y podía acarrearle la suspensión de empleo y sueldo. "Desde el principio se vio que era una persona conflictiva. Alguien que entra en este cuerpo y empieza así, tres arrestos y una falta en menos de dos años, está ya sentenciado", dijo uno de sus superiores.

El cuartel de Barajas está situado frente a una amplia parada de taxistas en la que los conductores aguardan algún tiempo hasta recoger a sus clientes. Varios de estos profesionales estaban ayer indignados: "Y pensar que a lo mejor hemos hablado con él del crimen y resulta que le teníamos delante...", dijo un conductor.

Andrés Navarro, de 35 años de edad y asalariado del taxi desde hace un lustro, afirmó que los compañeros en Barajas del detenido están avergonzados: "Los agentes me han dicho que ese chico era muy juerguista y que llevaba un tren de vida alto y muy acelerado", señaló.

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