El presidente aguanta el tipo
Borís Yeltsin aguantó el tipo ayer. Leyó, con lentitud pero con soltura, un texto que era la mínima parte del mensaje de casi cien folios enviado a las dos Cámaras del Parlamento. Para llevar internado un mes en un sanatorio, y para arrastrar un tremendo historial médico, pasó la prueba con éxito, aunque no es previsible que pueda recuperar ya la actividad frenética que desarrolló en otro tiempo. Mejor o peor, en plena crisis de salud o convaleciente de ella, Yeltsin seguirá marcado por la enfermedad. Su papel político se debilita al mismo ritmo que se fortalece el del Parlamento y el del primer ministro, Yevgueni Primakov, cuya misión de ayer en Yugoslavia le robó el protagonismo.Antes, cada palabra suya era seguida con atención. No es ése ya el caso, cercado como está por los que buscan su destitución y por aliados reticentes a ligar su destino al suyo. Sin embargo, sigue siendo el presidente, y la Constitución de 1993 le da amplios poderes que no renuncia a utilizar.
Hace unos días, Primakov sugirió a la Duma (Parlamento) que se pospusiera el juicio político a Yeltsin, dado que la crisis yugoslava no aconseja meter al país en otro embrollo que, potencialmente, podría dividirlo. El líder de los comunistas, Guennadi Ziugánov, rechazó la idea, convencido de que nada puede beneficiar más a Rusia que librarse de Yeltsin, al que ha calificado de borracho inútil. Ayer, sin embargo, la idea del aplazamiento fue recogida por otro dirigente comunista, Guennadi Selezniov, presidente de la Duma y cabeza de la fracción moderada del partido.
El líder del Kremlin no puede verse quieto. Tras destituir al jefe de su Administración y secretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Bordiuzha, acaba de colocar en el segundo de estos cargos a Vladímir Putin, jefe del Servicio Federal de Seguridad, rama anterior del KGB soviético. Es más, puede destituir al propio Primakov. Puede que lo haya pensado más de una vez, pero algo le retiene: tal vez la seguridad de que esa decisión supondría la guerra abierta con la Duma y la inmersión en una nueva y peligrosa etapa.
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