Dieta
JAIME ESQUEMBRE Celebrar comidas de trabajo a costa del erario público es práctica habitual entre los concejales del equipo de gobierno de Alicante, porque trabajan mucho, organizan numerosas actividades y se ven en la engorrosa obligación de agasajar con buenas viandas y mejores caldos a viajeras delegaciones organizadoras de eventos múltiples. Esa viene a ser la versión oficial que ofreció ayer a los periodistas el responsable del Patronato de Deportes, que para defenderse de las facturas de comilonas firmadas por él que el día anterior descubrió Esquerra Unida, no se le ocurrió mejor idea que esgrimir gastos similares consumados bajo mandato socialista. Es decir, que él come, sí, pero los otros tenían más apetito. En plena polémica, es irresistible la tentación de cotejar imágenes de 1995 con el aspecto físico actual de los ediles. Efectivamente, todos están más gordos, y hasta diríase que con un lustre de tez envidiable. Vamos, lo que se dice sanotes del todo. Ignoro si la transformación es consecuencia del paso de una actividad empresarial a otra más sedentaria, de puro despacho, o al efecto de los ricos manjares con los que adornan esas reuniones de trabajo tan fatigosas. No estaría mal que alguien propusiera una modificación de las leyes vigentes referidas a la administración pública para, además de realizar su declaración jurada de bienes, se obligara a los cargos a someterse a un chequeo médico al inicio del mandato que incluyera, entre otros datos, el peso del electo, con un hueco en blanco en la ficha para anotar la diferencia completado el mandato. Un lamento: tanto que avanza la ciencia, parece inexplicable que no exista analítica capaz de desvelar el origen del engorde humano, porque si domináramos esa técnica, el ciudadano podría exigir su derecho a saber qué porcentaje de la masa corporal ganada por el político en cuestión durante ese tiempo corresponde a nutrientes de crustáceos, por ejemplo, y qué otra a arròs amb fresols, que los populares ya se sabe que cuidan mucho los productos de la terreta. Es una lástima carecer de esa información vital.
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