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Una ONG ayuda a pacientes que han sufrido crisis coronarias

La depresión aumenta el riesgo de recaídas, según varios estudios

A sus 65 años recién cumplidos, Santi Rich se preparaba para saborear los placeres de la jubilación y afrontaba con la ilusión de un adolescente su nueva relación sentimental, con la que dejaba atrás el regusto amargo de largos años de viudedad. Su futuro, sin embargo, se tiñó inesperadamente de gris cuando un infarto de miocardio le dejó a un paso de la muerte. Pese a que a los pocos días abandonó la UVI y su estado físico mejoró notablemente, su ánimo seguía por los suelos. "Aunque sobreviva, ya no seré el mismo de antes. Siempre me perseguirá el temor a que el corazón falle de nuevo en cualquier momento", se lamentaba. Es el terrible miedo que acecha a todos los enfermos que pisan por primera vez una unidad coronaria.En la habitación donde se recupera, en el hospital Josep Trueta de Girona, Rich empezó a ver las cosas de otra manera tras recibir la visita de Emili Caula y Enric Monguilod, dos de los voluntarios de la Associació Gironina de Prevenció i Ajuda a les Malalties del Cor (Gicor), que dedican dos mañanas a la semana a inyectar dosis de optimismo a personas que acaban de sufrir una crisis cardiaca.

Caula, de 78 años, carga con tres by-pass en sus arterias y Monguilod, de 67, sufrió el pasado junio su segundo infarto. "Nosotros pasamos por el mismo trance que usted y aquí estamos, llevando la misma vida que antes", comentan al convaleciente. "Bueno, casi la misma vida que antes", apostillan, "porque ya no fumamos tres paquetes de cigarrillos al día".

La tarea de animación de estos voluntarios constituye una terapia que no sólo ayuda a recuperar el equilibrio psíquico a los enfermos coronarios, sino que también contribuye a evitar nuevas recaídas. Varios estudios revelan que los pacientes que sufren una depresión durante su estancia en el hospital tras padecer una crisis cardiaca tienen mayor riesgo de sufrir nuevos ataques y les cuesta más recuperarse.

Una enfermera acuerda con el médico cuáles son los pacientes que pueden sacar mayor provecho de la visita de los voluntarios. "No hay mejor terapia que ver con tus propios ojos, totalmente recuperada, a una persona que ha pasado por el mismo calvario", afirma.

En su conversación con Rich, los voluntarios Caula y Monguilod no sólo han logrado reconfortar a un paciente, sino que además han ganado un nuevo socio para Gicor. La creación de grupos de amistad es también un objetivo de la entidad, ya que sus responsables mantienen que la soledad es una mala compañera para las enfermedades del corazón y un factor de riesgo de recaídas.

Ausencia de servicios de rehabilitación

En su tarea, los voluntarios de Gicor cuentan con la complicidad y el apoyo del equipo de cardiólogos del hospital Josep Trueta de Girona. El jefe del servicio de cardiología, Rafael Masià, que también es el presidente de honor de la ONG, admite que, para el paciente, el impacto psicológico de ver totalmente recuperada a una persona que ha pasado por lo mismo "es mucho más eficaz que todos los sermones que podamos hacer los médicos". No obstante, tanto Masià como el responsable de la unidad coronaria del mismo hospital, Joan Sala, aseguran que estos voluntarios tan sólo cubren una pequeña parcela de la rehabilitación a la que debería someterse cualquier persona que ha sufrido una cardiopatía.Los dos médicos consideran que todos los hospitales deberían disponer de servicios de rehabilitación formados por equipos de especialistas; entre ellos, psicólogos y expertos en nutrición. "Además del apoyo psicológico que puedan recibir de los voluntarios, las personas que acaban de salir de una crisis cardiaca necesitan una atención especializada e individualizada de profesionales que faciliten y controlen su reincorporación a la sociedad o al mundo laboral", afirman los cardiólogos.

Para Masià es tan necesaria la existencia de un servicio de rehabilitación de enfermos coronarios que se ha propuesto, a través de Gicor, lanzar una campaña para captar fondos y contratar un equipo privado de profesionales que ejerzan esta tarea en el hospital Josep Trueta.

Constituida en 1992, Gicor, la única ONG de este tipo que existe en España, tiene unos 200 socios. El único requisito que se exige para formar parte del grupo es haber sufrido algún tipo de enfermedad coronaria. Además de las visitas periódicas a pacientes de la unidad coronaria del hospital Josep Trueta, la entidad organiza campañas informativas destinadas a la prevención de las enfermedades relacionadas con el corazón.

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