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Un comercio para dejar la calle

Una asociación de ex prostitutas abre una tienda de artesanía en un local municipal de Huertas

Vender sin intermediarios las piezas de artesanía de sus talleres. Ése era el sueño de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituta (APRAM), que lleva 10 años dedicada a apoyar a las mujeres que hacen la calle. Y ayer se cumplió, al inaugurar esta entidad su tienda de artesanía en un local de Huertas, 62, en Centro (91 369 10 01), cedido por el Ayuntamiento de Madrid.En el local comercializan objetos de regalo, como paneras, bandejas, carpetas y originales centros de flores y frutas elaborados por las 50 mujeres que participan en los talleres prelaborales de la asociación. Hay también otro grupo dedicado a reciclar los cartuchos de tinta de las impresoras: el cliente lleva su cartucho; si es preciso se lo reparan y se lo rellenan.

Olga, una transexual que ha conseguido dejar las drogas después de dos años de tratamiento con metadona, es una de las participantes del proyecto. "Me resulta increíble tener un trabajo y no estar todo el día pendiente de pillar una papelina", explica. "Para un transexual, encontrar empleo fuera del circuito de clubes nocturnos es casi imposible, porque en cuanto te miran y ven que en el carné de identidad tienes nombre masculino ya no quieren saber nada", añade.

Ana, de 34 años, trabajó durante años de contable. Pero, después de décadas de adicción a la heroína, todos los sueldos se quedaban cortos y acabó ejerciendo la prostitución en la Casa de Campo y en el parque del Oeste. Tras pasar un tratamiento de desintoxicación, está ilusionada con volver a salir adelante a través de los talleres de esta entidad. "A mí, hacer la calle me parecía espantoso, pero necesitaba dinero para droga; ahora voy tirando con el dinero que me dan del ingreso madrileño de integración y la beca del taller; en total, unas 60.000 pesetas, pero espero que sea un primer paso", añade.

"Chaperos" y transexuales

Patricia, de 24 años, espera convertirse en una de las comerciales que venda a mayoristas y particulares los productos de sus compañeras. Madre de una niña, esta joven nunca ha ejercido la prostitución, pero estaba cerca de hacerlo debido a su dependencia de las drogas.La mayoría de las integrantes de los talleres son mujeres, aunque también participa en ellos un pequeño grupo de chaperos (prostitutos masculinos) y transexuales. El local de la tienda, de unos 90 metros cuadrados, pertenece a la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV), que se lo cedió hace cuatro años a esta asociación por un alquiler muy barato, tal y como hace con otras entidades sin ánimo de lucro y dedicadas a colectivos marginados, como los Traperos de Emaús. Con la apertura de la tienda cumplen el objetivo de tener un espacio para vender sus productos, algo que hasta ahora hacían en un puesto del Rastro.

La asociación dispone de un centro de acogida en la plaza del Ángel y de dos pisos, uno de acogida de emergencia y otro de reinserción. Cuenta asimismo con una unidad móvil que recorre las zonas calientes de la ciudad ofreciendo apoyo social y sanitario a las prostitutas. Entre sus tripulantes hay mujeres que han hecho la calle y que ahora se dedican a ayudar a sus ex compañeras.

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En un principio, la mayoría de las mujeres atendidas eran españolas, pero en los últimos años ha aumentado de forma considerable el número de inmigrantes asistidas. También llegan a la asociación, aunque menos, transexuales y chaperos. Al margen de sus proyectos con prostitutas, la APRAM va a regentar a partir de septiembre, con subvenciones municipales y europeas del programa Urban, un centro de atención para niños de hasta seis años hijos de inmigrantes que no tienen con quién dejarlos cuando ellas trabajan. El centro, que estará en la calle de Infantas, abrirá de cuatro de la tarde a once de la noche.

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