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El Parlamento ya no exige una decisión en Berlín sobre la Comisión

Mientras el nombre de Romano Prodi sube como la espuma como favorito para suceder a Jacques Santer, el Parlamento Europeo pareció renunciar ayer a las urgencias históricas. La propuesta de resolución común pactada por casi todos los grupos no exige que de la cumbre de Berlín salga ya el nombramiento de un candidato y se limita ahora a pedir que de ahí surja "un calendario preciso y razonable".

Pese a esos signos externos que parecen echar agua al vino de Prodi, fuentes comunitarias aseguraban que el nombramiento del italiano recibió ayer el visto bueno de los ministros de Exteriores de los Quince, reunidos en sesión ordinaria en Bruselas. "En el almuerzo han dado por cerrado el tema a favor de Prodi", según esas fuentes. Pero desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español se desmintió ese extremo: "No hay nada cerrado. España sigue defendiendo un proceso lento para nombrar a la Comisión. El ministro le ha explicado a Solana que el Gobierno le apoyará si hay posibilidades".El jefe de la diplomacia española, Abel Matutes, se había expresado en esa línea por la mañana. Precisó sus declaraciones de la víspera en favor de Prodi -"decir que es apoyable no significa que le apoyemos", explicó-. Recordó que el Gobierno entiende que la nueva Comisión debe ser refrendada por el Parlamento Europeo que salga de la consulta electoral de junio. Y puso en duda la conveniencia de que se nombre ahora una nueva Comisión para que sea ratificada dos veces: primero por el actual Parlamento y luego por el próximo.

El debate de procedimiento no es baladí. Tiene consecuencias no sólo de orden político general, sino que puede ser decisivo a la hora de elegir al candidato ideal. Al español Javier Solana, secretario general de la OTAN, le conviene un acuerdo lento para superar tanto la crisis de estos días en Kosovo como la cumbre de la Alianza a finales de abril. El italiano Prodi, en cambio, es el gran favorito si los Quince toman una decisión inmediatamente. A su favor cuenta la presión de los países escandinavos para prescindir cuanto antes de la actual Comisión. En su contra están las reticencias a su candidatura que tienen países del calado de Francia y Alemania, pero también el Reino Unido, aunque Tony Blair apuesta por un recambio inmediato para atajar el provecho que los euroescépticos están sacando de la crisis. El presidente del Consejo Europeo, el alemán Joschka Fischer, no arrojó ayer mucha luz al debate durante su intervención en el pleno del Parlamento Europeo. Por un lado apostó por que la prioridad en Berlín sea cerrar el paquete financiero de la Agenda 2000 y ponerse de acuerdo sobre las cuestiones de procedimiento en la sustitución de Santer, relegando a un "si ello es posible" el decidir el candidato. Pero por otro mostró su "comprensión" hacia los deseos del Parlamento de poder designar un nuevo presidente en abril.

Tampoco los diputados iluminaron el debate. La resolución común pactada por seis grupos -entre ellos, los dos mayoritarios, socialistas y populares- y que será votada hoy pone presión al Consejo Europeo, pero se abstiene de reclamar una fecha fija como hizo días atrás el presidente del Parlamento, José María Gil-Robles, cuando reclamó una designación en Berlín para que el actual Parlamento pudiera nombrar a la Comisión antes de que se disuelva la Cámara.

En sus intervenciones en el pleno, los portavoces de los grupos pidieron desde "una acción inmediata" a "un calendario preciso". Entre todo este marasmo, el dimitido Jacques Santer recibió un aplauso bastante caluroso de quienes le tratan como un apestado, y se dio el lujo de reclamar que en el futuro "la Comisión no acepte ninguna tarea adicional si no se le dan los medios necesarios para llevarla a cabo".

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