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Dianas con sabor a Berlanga

La imagen primera es la de un bar cualquiera con un ambiente desenfadado: humo de cigarrillos, bebidas en las barras y alguna que otra risa que acompaña a una animosa partida de dardos. Luego, cambia y se transforma en una puesta en escena natural de una película de Berlanga. El despliegue de uniformes (cada uno con su color y distintivo) y banderas autonómicas, unido al rictus serio del momento en el que el jugador templa el cuerpo para afinar su puntería, parece fruto de un celuloide de la España cañí postmoderna. Se trata del 9º Campeonato de España de Dardos Electrónicos que se celebra en Guardamar hasta el 21 de marzo. Que no es poco. De hecho, de la competición saldrán los integrantes del equipo nacional de dardos electrónicos (los de la maquinita, los manuales funcionan con otra federación) que se medirán en junio en Alemania en el campeonato mundial de este deporte. La afición a este juego, aunque aparentemente desconocida a los niveles de la alta competición, ha conseguido desplazar a más de 600 personas hasta la localidad alicantina. Los integrantes de las federaciones de Vigo, Murcia, Alicante, Madrid, Barcelona o Cantabria, entre otras, pugnarán por dejar a cero el marcador. Las reglas del juego se basan en restar tantos, partiendo de 501 puntos, según atine el jugador dentro de la diana. Nada fácil. El que consiga dejar antes a cero el marcador electrónico será el ganador. Como en todo juego, hay multitud de modalidades: senior, femenino, junior, equipos, parejas y selecciones. Baleares es la sede de la federación que regula este entretenimiento y la ciudad ganadora del pasado certamen. Su presidente, Pompeyo Corinalt, asegura que cada año son más practicantes y que se ha producido un incremento en la participación con respecto al anterior torneo celebrado en Palma de Mallorca. Antes del comienzo de las grandes batallas, la frase de "las espadas están en todo lo alto" daba el tono del choque que se iba a producir. En Guardamar, durante esta semana, los dardos claman por que se produzca un enfrentamiento. Los dardistas que representan a cada autonomía han sido seleccionados entre las más de 3.500 personas que participan en la liga que se celebra desde septiembre hasta mayo. Estos lanzadores contemporáneos han conseguido transformar el entretenimiento en competición, pero de "buen rollo", como señala uno de los jugadores. Como en las grandes ofensivas bárbaras, los guerreros del dardo van acompañados de su familia y amigos a modo de animadores. Las pruebas individuales se iniciaron ayer, y no será hasta hoy cuando comience la disputa del trofeo destinado a los equipos. El domingo, con la finalización del torneo, serán las selecciones autonómicas las que salgan a enfrentarse con el ruedo numérico. Pese a lo aparentemente normal del juego, cuenta con varias dificultades que lo convierten en un verdadero duelo. La primera es plantarse delante de la diana y calmar el pulso. Abstraerse de la marabunta es fundamental, más aún si durante la tensión del momento crítico, los uniformes y las banderas se transforman en trajes regionales y luchas fraticidas. Después, según los entendidos, afinar la vista y cortar el aire justo en el momento en el que se ha detectado el objetivo es fundamental. Los sonidos que se escuchan en la sala son otra vertiente más de este reciente deporte. Al tratarse de dardos electrónicos la melodía que gravita supendida entre la tensión es la del tintineo de las máquinas de marcianitos, pero en un tono menor. Son la vanguardia de la competición, la modernidad de un entretenimiento que poco a poco está dejando apartado el corcho y los hierros de las dianas convencionales. Quizá el próximo mes de junio en la ciudad de Düserldorf sean cuatro los españoles que se alcen con el premio de ser campeones del mundo de dardos. Aunque no sea así, el futuro está abierto. Si los bares son el centro de entrenamiento y en España hay más que en toda Europa, es seguro que este deporte tiene el éxito garantizado.

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