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Reportaje:

Detectives, policías, juicios y jurados en las revistas

La carrera científica de los investigadores depende de sus publicaciones en revistas que tienen procedimientos de revisión por científicos de los artículos presentados, lo que se llama sistema de peer-review. ¿Deben entonces los directores de esas revistas considerarse a sí mismos como parte de la comunidad científica con derecho a participar activamente en los procesos de auto-rregulación?La verdad es que el número de casos de mala conducta que salen a la luz es relativamente pequeño en comparación con la cantidad de artículos científicos publicados. Según el Science Citation Index (Indice de Citaciones en Ciencia) casi un millón de artículos se publicaron en 1998 en 5.600 revistas científicas, que probablemente no llegan al 10% del número total de las publicadas en el mundo.

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Pero al haber sido cogidos en un cierto número de artículos fraudulentos y considerando que cada vez hay más casos, un grupo de directores de revistas médicas británicas ha creado un grupo informal denominado COPE (Comité de Ética en las Publicaciones), para intercambiar experiencias acerca de cómo manejar casos concretos, pero también para desarrollar ideas generales sobre qué hacer si detectan resultados sospechosos en un artículo que se les presente. ¿Debe un director hacer algo más que simplemente devolver un artículo al científico que lo presenta con una nota de "Lamento comunicarle..."?

Los directores se inclinan cada vez más hacia la conclusión de que deberían informar al instituto del científico o al organismo que aporta fondos de cualquier sospecha que puedan tener, si el científico es incapaz de dar una buena explicación de lo que sucede. Pero no hay unanimidad: "Tenemos que estar alerta contra una especie de tribunal en el que los directores sean detectives, policías, juicios y jurados", dijo un director en la priemra reunión pública de COPE el pasado noviembre.

Error honesto

La oficina de Integridad en la Investigación, de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), de EEUU, define la mala conducta como "invención de datos, falsificación y plagio, u otras prácticas que se desvían gravemente de lo que se acepta generalmente en la propuesta y realización de una investigación o la informaciòn acerca de ella. No se incluye el error honesto o las diferencias honestas en la interpretación o el juicio acerca de los datos". Muchas revistas, incluidas todas las publicadas por los NIH, exigen ahora a cada autor o autora firmar una declaración aceptando la responsabilidad por todo el contenido de un artículo que lleve su nombre.

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