_
_
_
_
_

Joan Rigol pide que un organismo plural y suprapartidista diseñe la política cultural catalana

Francesc Valls

Han pasado 14 años y el ex consejero de Cultura de la Generalitat Joan Rigol sigue en sus trece. El presidente de UDC ha mantenido desde su dimisión-destitución un riguroso silencio sobre si era conveniente un pacto cultural, un acuerdo para mantener a la cultura por encima de los avatares partidistas. Sin embargo, ayer rompió su silencio y volvió a insistir en la necesidad de impulsar un organismo "al estilo del British Council, en el que se convoca a personas del mundo cultural diverso y plural a coparticipar en el diseño de la política cultural del país".

Por si había dudas sobre el carácter de su propuesta, el ex consejero de Cultura remachó: "La política cultural como tal debe estar por encima de la confrontación ideológica y política, porque debe ser servidora del pluralismo de nuestra sociedad y debe ser signo de tolerancia, convivencia y creatividad de nuestra gente". "En este cambio de siglo, los retos que se le plantean a la cultura y a nuestra cultura son lo suficientemente importantes como para aglutinar en un organismo a las personalidades más representativas y significativas del amplio espectro ideológico propio de nuestra compleja sociedad, que provengan de todos los sectores vivos de nuestra cultura, del mundo intelectual, académico, escolar, audiovisual, musical, etcétera", subrayó. Toda una declaración de principios realizada en La Pedrera que no pasó desapercibida por un auditorio en el que destacaba la plana mayor de Unió -Josep Antoni Duran Lleida, Núria de Gispert, Xavier Hernández, Jordi Casas y Jordi Petit, entre otros-; el responsable de cultura del PSC, Ferran Mascarell; el diputado de IC-V Ignasi Riera; el alcaldable de ERC, Jordi Portabella; y Eduard Escartín, diputado del PP. La presencia más destacada de Convergència la ostentaba la diputada Vinyet Panyella. La vieja herida del pacto cultural, 14 años después, parece que todavía no ha cicatrizado. Como en la celebración de hace 14 años, recién logrado el pacto cultural, ayer faltaron miembros de CDC a quienes ya entonces no les hacía ninguna gracia tener que compartir una fiesta , la de la política cultural, de la que preferían disfrutar en solitario gracias a su mayoría absoluta. "No quiero referirme a cosas que han pasado hace años", dijo anoche Rigol, que fue presentado por el presidente del comité de gobierno de UDC, Josep Antoni Duran Lleida. El ex consejero y presidente de Unió también entró en un terreno extremadamente sensible: el de la política lingüística. "Todas las fuerzas políticas vemos la necesidad de que la normalización lingüística tenga un apoyo jurídico, pero debemos tener presente que la normalización en su tramo final será fruto del prestigio", dijo Rigol, quien a reglón seguido añadió: "La lengua castellana es también forma de expresión y de proyección de nuestra sociedad". Televisión y escuela La larga intervención de Rigol, que fue un paseo por la globalización, el humanismo, la identidad catalana y europea y la unidimensionalidad a la que el mercado somete a la cultura, concluyó con un sintético decálogo que, en uno de sus puntos, lanzaba cargas de profundidad contra la orientación de las televisiones públicas en España y también en Cataluña, y contra una escuela que prepara más para la jungla del mercado que para enseñar a convivir hombres y mujeres. "Un país tiene política cultural sólo si se implica en ella el sistema educativo y los medios de comunicación, especialmente la televisión. Escuela y televisión han de ser militantes hacia la cultura", concluyó.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_