De menús y relojes
DE PASADATres primeros ministros extranjeros han visitado Córdoba en poco más de un año. Primero, Romano Prodi; después, Toni Blair, hospedado en casa de su maestro de guitarra, Paco Peña. El pasado domingo fue el presidente colombiano, Andrés Pastrana, quien disfrutó de la Judería junto a su homólogo español, José María Aznar, y las familias de ambos. Por si fuera poco, al mismo tiempo, el vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, acudía a Joyacor. No está mal, presidente y vicepresidente el mismo día en la ciudad. La esposa de Cascos, Gema Ruiz, acompañó a éste en su visita. Los joyeros cordobeses aprovecharon para agasajarla con una gargantilla de oro blanco. Además, su esposo, esta vez de su bolsillo, compró dos jarrones de orfebrería en plata. Al parecer, regalo para la señora de Pastrana. Al final de la mañana, los caminos de Aznar y Cascos confluyeron para comer. La oferta era atractiva: almuerzo en uno de los salones privados de El Churrasco. El menú preparado por Rafael Carrillo abría el apetito: productos de la tierra, nada de platos extraños. Empezaron con un fino de Montilla, acompañado de jamón de la sierra de Córdoba y aceitunas partidas. A continuación, salmorejo, berenjenas y habitas con huevo. De segundo, chuletón del valle de los Pedroches. Y para terminar, pastel cordobés y helados. Compartieron mantel con la comitiva presidencial el subdelegado del Gobierno, José Antonio Linares, el alcalde, Rafael Merino, y la cuñada de Aznar, María Jesús Botella, residente en la ciudad. Con otro estilo, y desde luego con menos medidas de seguridad, transcurrió la pasada semana la comida-tertulia en casa del abogado Joaquín Fayos. El menú, cocinado por Antonio Martínez, del cercano bar Gris, fue más modesto, pero también rico. Migas, almejas, boquerones fritos y embutido. Como plato fuerte, un exquisito arroz caldoso. En la sobremesa se habló de todo. Especial consenso obtuvo la opinión acerca del reloj instalado por Miguel Castillejo en la sede que Cajasur tiene en el bulevar. Construida en su día por Rafael de la Hoz, la cuestión fue: ¿Aceptaría el arquitecto el aparato? Por no herir a nadie, omitiremos el parecer de la tertulia. Por cierto: ¿era lógico que acudieran a la inauguración del artilugio de Cajasur, por otra parte muy discutido por los cordobeses, nada más y nada menos, que el teniente de alcalde, Antonio Prieto, el propio Merino, y hasta el subdelegado del Gobierno? ANTONIO FERNÁNDEZ
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