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Sólo en ocho de cada cien familias españolas se produce un reparto de tareas domésticas

La Asociación de Mujeres Juristas apoya que no compartir el trabajo sea causa de separación

Poner la lavadora, hacer la comida, comprar la ropa y limpiar la casa siguen siendo tareas casi exclusivas de las mujeres en las parejas jóvenes (de entre 30 y 45 años), a pesar de que los hombres presumen de lo contrario. Así lo demuestra un estudio realizado por el sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid Gerardo Meil. Tan sólo un 8% de las familias ofrece una distribución del trabajo cuasi igualitario. Ni siquiera igualitario. Del resto, la mitad son tradicionales; la mujer hace todo el trabajo doméstico y, en algunos casos, el hombre participa en algo.

Las familias cuasi igualitarias en el reparto de las tareas domésticas pertenecen a la clase media, comparten valores progresistas, trabajan ambos cónyuges y sus ingresos son equilibradamente semejantes. Este estereotipo es el que encabeza en España lo que el sociólogo Gerardo Meil denomina "revolución silenciosa", caracterizada por una mayor implicación del padre en el cuidado de los hijos y en las tareas domésticas en un proceso lento y conflictivo. María Durán Ferrer, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas, ha propuesto en el Congreso de la Abogacía de Sevilla que sea causa de separación no compartir las tareas domésticas cuando ambos cónyuges trabajan fuera del hogar, informa Servimedia. "El discurso de igualdad no se corresponde con la realidad. Hay trampa". Según Meil, ésa es la causa del rápido crecimiento de las tasas de divorcio de la última década (del 1,5 al 1,9 por 1.000), la ausencia de redefinición de las pautas de los trabajos domésticos y que el reparto de las tareas sea una de las principales causas de los conflictos familiares (véase gráfico). "A pesar de ello, tampoco se está produciendo una desestabilización grande en la familia española", afirma Meil. Es más, cada vez tiene mayor importancia: "Sirve de hospital, de centro de acogida de drogas, de geriátrico y de colchón para el paro". Y apunta otro dato: "En muchos casos prima la paz familiar y se eluden discusiones en torno a asuntos como la religión, el sexo o la política. La familia, en ese sentido, ha dejado de ser un ámbito de transmisión de valores".Para este sociólogo, ya no se puede hablar de una familia, sino de muchos tipos: padres separados, madres solteras, parejas de homosexuales y de divorciados gozan de un respeto mucho más amplio que en la generación anterior. "Hay una total libertad de organización, porque se ha perdido el control social. Ya importa menos el qué dirán". En el estudio La posmodernización de la familia española, de Acento Editorial, donde se ha encuestado a 622 familias de la corona metropolitana de Madrid, Meil subraya la desigualdad en la participación de los hijos en las tareas domésticas. "Los de familias con menos renta y formación educativa participan más que los de familias con más capacidad económica y académica". Precisamente es en las familias donde el padre colabora más donde los hijos "se escaquean". La labor de los varones, de todas formas, se suele limitar a sus cosas, y no "a las tareas comunes".

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