La tarjeta roja de Sálica

En Sálica, una conservera atunera de Bermeo (Vizcaya), la crítica situación financiera impulsó un cambio revolucionario. La empresa nació en 1990 de la unión de Campos y Astorquiza y en 1993 se puso en venta por 200 millones de pesetas. La operación no se hizo y ese mismo año se entró en suspensión de pagos. Tardó un año en superar la fase crítica. En el último lustro, Sálica ha pasado de 62 a 362 empleados, ha sextuplicado su producción hasta las 12.800 toneladas y ha aumentado un 309% su facturación (de 1.100 en 1994 a 4.500 millones en 1998). La explicación a esta vuelta de calcetín en las cuentas está en el nuevo sistema de organización interna. En un mundo tradicional, como el de las conservas, el gerente Enrique Bediaga ha estrenado un sistema de transparencia y participación de los trabajadores que ha convertido la empresa en un barco a toda máquina. Las trabajadoras de la fábrica -hay 316 mujeres frente a 22 hombres- hablan más de las nuevas relaciones entre empleador y empleado. "Entré a trabajar a los 14 años, como la mayoría de mis compañeras y veníamos de fábricas en las que nos han enseñado a aguantar que te chillen y a hacer lo que te mandan", comenta Begoña Arenaza, encargada de planta. "En Sálica, en cambio, la dirección está encima nuestro para que participemos, preguntemos nuestras dudas, nos informan de cómo va la empresa y se molestan por conocer nuestra opinión. No es fácil hacerte al cambio", añade.La celebración de cuatro asambleas anuales y un sistema de paneles y tarjetas rojas en las que la plantilla puede quejarse, criticar, preguntar o sugerir cambios son algunos de los canales de participación impuestos en Sálica. Igualmente, los números de la empresa se colocan en paneles a la vista de todos.

Un cambio revolucionario

Ane Arketa y Consolación Mendoza trabajan en el área de manipulación del pescado, donde el atún se limpia y se trocea, una sección que ha vivido un cambio revolucionario. Hace unos años en Sálica se aprovechaban 400 gramos de cada kilo de atún pero la visita de unos especialistas gallegos en limpieza de pescado a la fábrica tocó el orgullo de las trabajadoras de Sálica. Los gallegos conseguían sacar un 10% más de producto limpio a cada kilo de pescado. Se organizaron grupos de mejora en este área y ha crecido el aprovechamiento. "En todas las empresas se tenía en cuenta los kilos que hacías pero aquí nos piden que limpiemos con cuidado para aprovecharlo más", destaca Mendoza.La juventud de sus directivos es otra de las características. Los directores comercial, industrial y financiero no superan los 34 años. Frente a la extendida tesis de la experiencia, el gerente opta por "la frescura de las ideas". "Tengo 52 años, 20 más que el director comercial pero él sabe más que yo de ese área", explica el gerente, quien añade: "No somos suicidas cogiendo a gente joven y sin experiencia. Hay que saber mezclar veteranía y nuevas ideas, que es más fácil que se den en gente joven".