Policías multiculturales
"Un pequeño comerciante del centro antiguo de Rotterdam, un verdulero de toda la vida, de aquellos que cada mañana colocan en sus cajas de madera la verdura de la región, tenía hace unos años una clientela holandesa a la que abastecía de verdura tradicional de la región, como coliflores o coles de Bruselas. En este mismo barrio antiguo, hoy, la población ha cambiado. Han llegado oleadas de emigrantes que ya no piden coles de Bruselas o coliflores y que demandan berenjenas o aceitunas. Este tendero de toda la vida tiene ante sí dos soluciones: adaptarse a la nueva demanda o cerrar. Pues bien, a la policía le pasa una cosa semejante a la del comerciante, con una gran diferencia: nunca podrá cerrar la tienda." Quien utilizaba ayer esta ilustradora parábola era Eric van der Horts, jefe de una división de la policía de Rotterdam y miembro de Radar, una organización antidiscriminación de aquella ciudad holandesa. Ayer, Van der Horts participó en Barcelona en el acto formal en el que los Mossos d"Esquadra hicieron oficial su adhesión a la Carta de Rotterdam, un instrumento de referencia, una especie de Constitución, cuyo objetivo es lograr en cada ciudad, en cada país y en cada estado europeo unas policías que trabajen en la defensa de los derechos de las minorías étnicas y culturales en una sociedad cada vez más multiétnica y multicultural. Hace casi tres años, a iniciativa de la policía de Rotterdam-Rijnmond, del Ayuntamiento de esta ciudad y de la asociación Radar, se reunieron 120 delegados de 17 países europeos para poner las bases de lo que después sería la Carta de Rotterdam. Entre los 120 asistentes, había policías, representantes de organizaciones no gubernamentales y de organizaciones étnicas, por una razón sencilla, según se explica en la introducción de la carta: "Porque esta asociación a tres bandas refleja la concepción de que los cambios [en la mentalidad policial] no los puede lograr la policía por sí sola." Es en en el momento de aportar las ideas de la sociedad civil, y las minorías étnicas y culturales al proyecto democratizador, para lo que se recurre a Napap, una organización europea que engloba a policías y organizaciones no gubernamentales cuyo objetivo es luchar contra los prejuicios. En Cataluña, desde hace casi dos años, el Centro Unesco y la Escuela de Policía vienen trabajando a favor de la Carta de Rotterdam y para preparar a la policía en el respeto de los derechos de otras culturas. Pese a que en Cataluña el problema de la multiculturalidad no es ni de lejos parecido al de otros países -aquí sólo el 2% de la población es inmigrante extranjera, y esta proporción en algunos países es del 20 y del 30% de sus habitantes-, en lugares como Ciutat Vella de Barcelona también empieza a darse en positivo la parábola del tendero que explicaba el policía de Rotterdam. El Departamento de Gobernación, a cuyo frente figura Xavier Pomés, se ha fijado como objetivo que la Escuela de Cataluña, centro en el que se forman y por el que pasan todos los agentes de los Mossos d"Esquadra y de las policías locales, actúe como foco de irradiación del respeto hacia otras culturas y otras etnias para garantizar el ejercicio de los derechos y las libertades individuales a los inmigrantes. El consejero Pomés, en el acto de adhesión de los Mossos a la Carta de Rotterdam, celebrado ayer en el Museo de Historia de Cataluña, hizo hincapié en la formación de los policías para que éstos, en la calle, puedan comprender la multiculturalidad a la que se encamina la sociedad catalana. "Es imprescindible el acercamiento policial a las minorías étnicas y esto sólo se consigue desde el conocimiento y la comprensión mutua".
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