Bécquer es fundamental en la poesía contemporánea, afirma su biógrafo
Rafael Montesinos (Sevilla, 1920) hizo ayer el mejor homenaje que se le puede hacer a un poeta: reconocer su influencia. Considerado el mejor biógrafo de la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, Montesinos, Premio Nacional de Poesía y de Ensayo, situó al autor de Rimas entre los grandes poetas en lengua española. "El que esté libre de influencias que tire el primer verso", ironizó en el encuentro La tradición poética andaluza vista desde la creación, que se celebra estos días en Sevilla.
"No sé de poeta alguno que no está libre de aquellas herencias de lo leído y después asimilado por su voz con acento propio", comentó el poeta, cuyo estudio Bécquer. Biografía e imagen le hizo merecedor del Premio Nacional de Ensayo en 1977. En la segunda jornada de este encuentro que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Montesinos habló de herencias y preferencias poéticas, de las de otros y de la suya propia. El también poeta sevillano Fernando Ortiz lo presentó con estas palabras: "Tanto ha estudiado y se ha entusiasmado con la obra de Bécquer que ha acabado siendo su trasunto físico". "Sólo los pusilánimes, los que no se enteraron de nada de lo leído, o lo vivido, se horrorizan ante la palabra influencia", afirmó Montesinos, quien enumeró las suyas: sus lecturas, el cante jondo y la infancia, "de la que Rainer Maria Rilke dijo que es nuestra verdadera patria". También habló de la influencia de Manuel Machado en su hermano Antonio, de las primeras lecturas de Miguel Hernández. Y de Bécquer, de quien aseveró: "En el olimpo de los poetas de habla hispana, una lengua que en el 2001 hablarán 400 millones de personas, seguirá teniendo un lugar privilegiado como antecesor de nuestra poesía contemporánea". El poeta se refirió a la influencia de Enrique Heine en el grupo de los prebecquerianos -movimiento del siglo XIX llamado así porque el propio Bécquer formó parte de él- y de la herencia que dejaron sus Rimas en la lírica de Blas de Otero y en la suya. Montesinos descubrió al poeta romántico de pequeño, en el despacho de su padre. "Allí me me leyó sus Rimas. Yo no sabía muy bien qué era aquello. Pero su música me dejó la voz pensativa para siempre", relató. Y concluyó: "Todos venimos de alguna parte. Nadie nace por obra y gracia de su propia voz".
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