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Soledad

Con motivo del Día de la Mujer Trabajadora hemos conocido en diarios, revistas, programas de la televisión y campañas electorales a mujeres de diversa condición, jóvenes y mayores, empresarias, políticas, escritoras, amas de casa, toreras y otras muchas profesiones y ocupaciones; muchas noticias, versiones y opiniones sobre la vida, el trabajo y los problemas de la mujer. Entre todas ellas, y porque ha coincidido en estas mismas fechas, la que más me ha impactado es la que nos ofrecen en Solas. No me refiero al libro de Carmen Alborch, que no he leído, sino a la película dirigida por Benito Zambrano, nuestro Ken Loach del Sur. En un admirable lenguaje cinematográfico tan preciso como inteligente, sensible y con un oportuno sentido del humor, nos cuenta el desgarro y el terror que viven dos mujeres en silencio, o sea, solas, y un sentimiento estrecho, cómplice, que recuperan y salpica su dolor con un respiro de esperanza: esa posibilidad de salvación que es la ternura. Unas manos, una mirada, un mimo, dos palabras precisas, convierten la desesperación en sonrisa. Todos estamos solos, dentro y fuera de la película. Por mucho que compartamos con otros, siempre queda ese yo íntimo, profundo y desconocido que no queremos o no podemos transmitir. Solos con nuestras alegrías y tristezas, con nuestros fracasos e ilusiones, y mientras vayamos tirando no tiene por qué causarnos mayor problema. Pero hay personas a las que les toca vivir la peor parte y cuya soledad se cierra como grilletes, lacerante hasta hacerse insoportable. Es el caso que tan extraordinariamente interpretan Ana Fernández y mi amiga María Galiana, un ejemplo de talento, tesón y vocación. ¡Qué alegría verla llegar tan alto y tan alto y tan lejos! Si es un motivo de satisfacción el que aquí, y además con pocos medios, se haya hecho tan buena película, no lo es menos el hecho de que el director y guionista conozca tan bien a las mujeres. Siempre me sorprende, y no es frecuente, cuando un hombre describe con tanta realidad y tanto acierto ese mundo que nosotras pensamos tan exclusivamente nuestro.BEGOÑA MEDINA

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