Miserias
JAIME ESQUEMBRE Ya se sabe que, en todos los partidos, el proceso de confección de las listas electorales conlleva ciertos problemas de índole interno, e incluso cierto desgaste ante la opinión pública, pero lo que acontece estos días en Alicante es para escribir un tratado sociológico. Que nadie está libre de miserias personales es otra verdad incuestionable, pero que se expongan en una vitrina sólo puede entenderse desde la desesperación. Personal, que no política. Esas mismas listas, y no cuestiones ideológicas ni programáticas como ocurre en eso que llaman la Europa desarrollada, han conseguido dividir, aun más si cabe, a la familia socialista de Alicante, que tras las elecciones primarias para elegir alcaldable parecía haber taponado con discreción las grietas por las que se le esfumaban a diario voluntades, fidelidades, ideas y talantes. Si deplorables eran los argumentos que algunos esgrimían para intentar continuar en liza, las reacciones una vez comprobado que en junio dejarán de cobrar un sueldo público han resultado patéticas. Se han equivocado de profesión, de vocación y de estilo. En lugar de luchar para garantizarse un puesto en la lista, ¿no hubiera sido más lógico trabajar para mantenerlo? Morir matando se llama eso. El papel que le toca representar al PSPV de Alicante en la próxima campaña es peliagudo, porque resulta ciertamente contradictorio, cuando no irrisorio, lanzar un llamamiento al voto útil y a la unidad de la izquierda cuando ni siquiera se es capaz de mantener la unidad entre los suyos. La agrupación socialista es hoy un mar de lágrimas, un polvorín en el que odios indisimulados y ataques en público de todo tipo no hacen más que confirmar que esa sede es un gallinero sin gallo y sin nadie capaz de poner huevos, que de eso se trata en definitiva. Y en esos casos, lo que suelen hacer los inteligentes avicultores es quemar el corral y plantar cebollas, que al menos hacen llorar con ganas. Evidencian, en definitiva, que han comenzado a administrar la derrota antes de ganársela a pulso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.