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Laura Freixas, Fanny Rubio y Ana Rosetti exponen en Sevilla la dificultad de su oficio

"La vocación literaria da mucho miedo", dijo ayer en Sevilla la escritora Laura Freixas, "es un oficio muy exigente que produce un agotamiento total. Es un privilegio y una dificultad que te arrastra por la vida de una manera sobrenatural". Freixas, coordinadora de la antología de relatos de escritoras españolas Madres e hijas, participó en un encuentro organizado por el Círculo de Lectores con otras dos autoras: Fanny Rubio y Ana Rosetti. Las tres hicieron un repaso de su trayectoria literaria y hablaron de los sabores y sinsabores del oficio de escribir. Freixas, quien además de editora es traductora y narradora, comentó que su vocación por escribir procede de la pasión por la lectura de su madre. "Ella encontraba algo en los libros que yo no le podía dar y yo deseaba ser libro", contó la autora, que descubrió el lado más prosaico de la literatura como agente literaria. "A la hora de escribir", manifestó, "entran en juego toda la inteligencia, los recuerdos, las angustias y los sueños". La falta de tiempo es, en su opinión, "la excusa exterior de una batalla interior con la inspiración, agotadora y frustrante". Pero la vida del escritor también tiene sus compensaciones. "Además de la libertad cotidiana de no cumplir horarios, te ofrece sobre todo libertad personal. El escritor no vive donde parece y no es quien parece ser porque tiene un mundo propio en el que se mete". Fanny Rubio tiene una opinión semejante de la literatura. "Es una lucha individual que puede acabar con tus fuerzas, pero se resiste". Rubio, que ha llegado a un "pacto cordial" entre la docencia y la creación, llegó a la narrativa desde la poesía a través de la búsqueda de la memoria. La autora de El dios dormido confesó que finalmente ha conseguido pasar "de la esquizofrenia inicial a la tranquilidad hormonal". La poeta Ana Rosetti se dio cuenta de que lo era cuando ganó su primer concurso literario. "En ese momento fui consciente de que era escritora, porque lo era para los demás". A la autora de Alevosías (Premio Sonrisa Vertical en 1991) le gusta que el final de los libros cuadre con el principio. "Es por mis muchas lecturas de novelas policíacas", precisó.

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